Entre los viajeros destacados que llegaron a Compostela en el siglo XIV figuran Juan de Gante y Constanza de Castilla, duques de Lancaster. Sin embardo su viaje por mar desde Inglaterra tiene más de expedición militar que de peregrinación.

Por Tomás Alvarez

Entre los ilustres visitantes que recibió Compostela en la Edad Media figuran Juan de Gante, hijo de Guillermo III de Inglaterra, y su esposa, Constanza de Castilla, hija de Pedro I de Castilla, conocido como Pedro el Cruel. Ambos llegaron a la ciudad en el verano de 1386, siendo recibidos por las autoridades religiosas compostelanas.

Los duques de Lancaster en Santiago de Compostela


Los duques de Lancaster, Juan de Gante y su esposa, Constanza de Castilla, en Compostela.
* Fuente Commons/Wikimedia/BNF.

El viaje de ambos, herederos legítimos de la Corona de Castilla, no podría ser calificado exactamente como una “peregrinación”, sino como un intento de hacerse realmente con la Corona; un viaje muy parecido al que protagonizaron en 1506 Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, también más interesados en el trono que en la devoción al Apóstol.

Una época anárquica

La historia de la Corona de Castilla de aquella época fue realmente anárquica. La monarquía estuvo durante mucho tiempo envuelta en luchas dinásticas, en medio de un periodo inestable de toda Europa Occidental. El crecimiento del poder de las ciudades, las luchas entre la nobleza, los problemas sucesorios, los innumerables líos amorosos y matrimoniales de los monarcas, y hasta las traiciones familiares enturbiaron el periodo. Como fondo de este panorama, la Guerra de los Cien Años e incluso la Peste Negra.

Uno de esos períodos más duros fue el del rey Pedro I de Castilla. El monarca se casó en 1353 con la francesa Blanca de Borbón, cuando ya estaba íntimamente relacionado con María de Padilla, de modo que a los tres días de casarse se marchó de nuevo con esta última, quien le dio tres hijos. Uno de ellos sería Constanza, nacida en Castrojeriz en 1354.

Pedro I reunió Cortes en Sevilla en 1362; y en ellas se designaron como descendientes legítimos a los hijos de María de Padilla.

La tormentosa vida del monarca acabó en 1969, asesinado por su propio hermano, Enrique II. Tras la muerte de su padre, Constanza marcharía a Aquitania y se casaría con Juan de Gante. Ambos mantendrían desde entonces la aspiración de ocupar la Corona de Castilla.

La expedición de los duques de Lancaster

Los conflictos internos y externos de la Corona continuaron, alcanzaron un momento crítico en 1385, con la derrota del sucesor de Enrique II, Juan I, en Ajubarrota, por un ejército  portugués reforzado con tropas inglesas. Aquel fracaso marcó el momento en el que los duques de Lancaster decidieron acudir a la Península Ibérica para hacer efectivos sus derechos legítimos.

Una flota de más de cien naves salió desde el puerto de Plymouth con los duques, para llegar el 9 de mayo de 1386 a La Coruña, ciudad que se entregó a los nuevos reyes. Los duques de Lancaster continuaron hacia Santiago de Compostela, donde fueron recibidos por el Cabildo, que les entregó las llaves de la ciudad.

Estos episodios vienen reflejados en las crónicas de Jean Froissart, cronista medieval que escribió varios tomos sobre la Guerra de los Cien Años; hasta el 1.400. El conflico de los Cien Años tuvo diversas incidencias en el territorio hispano, y tanto las tropas francesas como inglesas estuvieron presentes una y otra vez en los enfrentamientos peninsulares.

Duques de Lancaster en Betanzos


Los duques de Lancaster, Juan de Gante y su esposa, Constanza de Castilla, presiden una Justa en Betanzos, Galicia

* Fuente Commons/Wikimedia/Biblioteque Nationale de France.

Las ilustraciones de las Crónicas de Jean Froissart

De las crónicas  de la Guerra de los Cien Años se editaron numerosas copias manuscritas, con bellas ilustraciones. Una de ellas recoge precisamente la llegada de los duques de Lancaster hasta Santiago. En esta, aparecen los duques de Lancaster y el Cabildo compostelano entregando las llaves de la ciudad, cerca de la entrada de la misma.

En otras imágenes también aparecen más escenas del paso por Galicia, tales como unas justas en Betanzos. Las miniaturas son atribuidas al Maestro de Antoine de Bourgogne; llamado así por su relación con la corte de Antoine de Bourgogne, hijo de Felipe III, duque de Borgoña.

Los duques de Lancaster ubicaron aquel año su corte en Orense. Pasado el invierno, avanzaron hacia el interior de la Península, pero acabaron pactando con Juan I de Castilla. En virtud del acuerdo, el primogénito de Juan I, el futuro Enrique III, se casaría con Catalina, la hija de los duques de Lancaster. El acuerdo fue firmado en Bayona, en el año 1388.