Uno de los famosos viajeros que peregrinó a Santiago de Compostela en el siglo XVIII fue Cosme III de Medici, cuando este era aún el heredero del Gran Ducado de Toscana.

Por Tomás Alvarez

El viaje del mandatario -Cossimo III o Cosme III de Medici- tiene semejanza con los de otros nobles de diversas épocas, que salieron de su tierra con objeto de conocer los países y las cortes señoriales europeas y –de paso- alcanzar la Ciudad del Apóstol.

El recorrido lo hizo con un séquito notable, unas cuarenta personas. Entre ellas, asesores personales, traductores, cronistas, secretarios, criados, artistas, mayordomo, médico y sacerdote.

Hay tres relatos de esta experiencia. El cronista oficial  del viaje de Cosme III fue el filósofo y poeta Lorenzo Magalotti (Relazioni Ufficiale); otro cronista oficioso fue el marqués Filippo Corsini (Memorie del Viaggio fatto in Spagna del Serenissimo Principe Cosimo di Toscana); finalmente, también tomó diversos apuntes del recorrido el médico Giovan Battista Gornia (Viaggio fato dal Serenissimo Principe Cosimo terzo di Toscana per la Spagna, Inghilterra, Francia et altri luochi neglí anni 1668 e 1669).

Santiago de Compostela. Pier María Baldi

Santiago de Compostela, en la época en que viajó allí Cosme III de Medici, según Pier Maria Baldi. https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=87331833

Para mayor testimonio del periplo, el mandatario italiano contó con el trabajo de un artista, Pier Maria Baldi, quien dejó para la posteridad una amplia colección de vistas de ciudades, palacios o ventas por donde pasó la comitiva.

El viaje del joven Cosme III de Medici

Cosme de Medici, nacido en el año 1642; inició el periplo a Santiago cuando tenía 26 y lo terminaría uno después, en el año 1669.

El mandatario era hijo de Fernando II de Medici, pero no heredó la visión laica y científica de su progenitor, sino el acendrado espíritu religioso de su madre que le orientó hacia la religión, por lo que dejó a un lado las habituales diversiones cortesanas para refugiarse en las devociones y la oración.

Casado en 1661 con Margarita Luisa de Orleáns, una prima de Luis XIV de Francia, el carácter de Cosme III, volcado a la religión, generó el alejamiento y las disputas con su mujer, amante de las diversiones frívolas que conoció en la corte de Francia.

Un desamor que favoreció la peregrinación

La mala relación los esposos fue constante. Al principio fueron “escapadas” de la princesa a otras residencias de los Medici, en tanto que él emprendía viajes a oratorios y centros de peregrinación. Finalmente ella acabó abandonando Italia y retornando a París, con una abundante pensión y también abundantes deseos de una vida más divertida.

Cosme III de Médici, pintado por Jan Frans Douven

Cosme III de Medici, pintado por Jan Frans Douven, National Museum in Warsaw. Imagen de https://commons.wikimedia.org

El mayor de los viajes de Cosme III  –para ver mundo y alejarse de Margarita Luisa de Orleáns-  fue el que inició en septiembre de 1968. Partió en barco desde Livorno, en la península italiana; se detuvo en Marsella, y pisó la primera tierra española en Cadaqués, lugar que calificó de sucio e infeliz. En los relatos del viaje del mandatario toscano serán frecuentes las ácidas críticas a lugares, ventas y otros espacios por los que pasan.

La expedición continuó bordeando la costa hasta Barcelona. Desde allí peregrinó a Montserrat, donde permaneció varios días. Siguió por Lérida y Zaragoza, en dirección a Madrid, donde mantuvo amplios contactos con los monarcas y nobles. Posteriormente visitó El Escorial y conoció el Panteón Real y los relicarios del Monasterio. Entre los regalos recibidos en la Corte española, figuró un suntuoso conjunto para disfrutar de una bebida de moda: el chocolate. Consistió tanto en panes y pastillas como en un servicio de plata para tomar la bebida.

Tras visitar Andalucía y Extremadura, pasó a Portugal. Luego entró en Galicia por Tui y Pontevedra para llegar a Santiago de Compostela, el 3 de marzo de 1969, despues de comer en Padrón, lugar que el cronista oficial califica como miserable e «indigno de ser pisado por extranjeros«. En el viaje por Galicia el mandatario siempre se alojó en conventos.

Críticas hacia Santiago de Compostela

En la ciudad compostelana el toscano estuvo tras días. A juzgar por los escritos de viaje, a los viajeros no les gustó la urbe; les pareció pequeña, fea y mal conservada. Tampoco les gustó la familiaridad de los peregrinos con la imagen del Apóstol, a la que abrazaban y ponían cada uno su su sobrero, tal como relatan los cronistas Magalotti y Corsini.

Corsini destaca que los peregrinos  -siguiendo una costumbre tildade de ridícula- abrazan la imagen del santo hasta 15 veces, por el cuello o por otras partes, y para liberar sus manos colocan en el sombrero en la cabeza de la efigie, con lo que se ve la imagen del Apóstol con un incesante trasiego de sombreros. En el diario de Corsini se afirma incluso que falta decoro en el mantenimiento de la catedral.

Esa visión crítica tambien la confirmó Jacobo Ciuti, administrador de la expedición toscana. Para este, la ciudad es pequeña, de malas calles, poca civilización y escasas personas. De la catedral afirma que es oscura y húmeda y no está bien mantenida.

Frente a la falta de a aprecio a lugares y paisajes, lo que si gustó a los viajeros italianos en Galicia fue el pescado. Lorenzo Magalotti destacó su calidad, y en especial la exquisitez de ostras, salmones, sábalos y lenguados. Sin duda, esa valoración de los productos gallegos llegó a oídos del arzobispo, pues este obsequió a Cosme III con veinte cubos de ostras, aparte de una sustanciosa provisión de lenguados y jamones.

Y en Santiago…  la lluvia

La estancia de Cosme III en Santiago fue acompañada por una persistente lluvia. En el propio dibujo de la ciudad que realizó Pier María Baldi se aprecian los árboles doblados por el viento, y la fina lluvia que baña suavemente la urbe. Ese mismo temporal continuó en el viaje a La Coruña, ciudad que sí satisfizo al mandatario toscano, especialmente por el tráfico internacional del puerto.

Desde La Coruña, los expedicionarios partirían a Inglaterra, para visitar luego Holanda y Francia.

El mandato del italiano no fue glorioso. Protagonizó el ocaso de los Medici. Además, su excesivo celo religioso le hizo ser un gobernante intolerante.

Entre lo destacado de su viaje por España está también lo gastronómico: la información del comercio y producción de vinos, el gusto por el chocolate, la valoración de los pescados… No es extraño que el Gran Duque pronto destacase por una glotonería que le hinchó cuerpo de forma exagerada, causándole problemas de salud.