Uno de los grandes viajeros del siglo XV fue el noble bohemio llamado Leo de Rozmithal y Blatna, conocido también como Leo von Rosmital, Rosmithal o Rozmithal o sencillamente como León de Rozmital.
Por Tomás Alvarez
El siglo XV fue una época de fiebre por los viajes y la exploración. Basta enumerar alguno de los grandes marinos de la época: Cristóbal Colón, Álvarez Cabral, Juan Cabot, Vasco de Gama, Juan de la Cosa… Pero también por tierra los viajes fueron múltiples.
El espíritu del Renacimiento animó al ser humano a explorar y conocer… y una forma de conocer era el viaje. Esto se denota también a la hora de recordar a los viajeros que en ese siglo llegaron hasta Compostela; varios de ellos más impulsados por el conocimiento que por la fe religiosa.
En ese siglo llegarán a Santiago viajeros como Hermann Künig, Jerónimo Münzer, Arnold von Harff, Sebastian Ilsung o el propio Leo von Rozmithal, quienes nos dejarán documentados sus respectivos itinerarios.
El largo viaje por Europa de Leo von Rozmithal
Rozmithal realizó un largo periplo por Europa entre 1465 y 1467, viaje en el que conoció las cortes de numerosos países, así como múltiples centros religiosos y de peregrinación. En este caso la religión y las relaciones diplomáticas fueron las dos grandes motivaciones de su ambicioso recorrido.
El viajero era cuñado del rey Jorge de Bohemia, y su itinerario ha de interpretarse como ligado a ese parentesco real. Leo von Rozmithal realizaría en el curso de su recorrido diversas gestiones diplomáticas, encaminadas a prestigiar la monarquía Checa y establecer lazos con las cortes europeas.
El Estado bohemio tuvo en aquel tiempo una existencia azarosa, no sólo por las ambiciones dinásticas sino por las disputas religiosas. El propio Jorge de Bohemia (Jorge de Podiebrad) alcanzó el dominio, apoyado por los husitas y engañando a los propios obispos católicos, a quienes prometió acercarse a la iglesia de Roma.
El monarca estaba preocupado por la oposición del papa Pio II, por las idea husitas que profesaba; además, también estaba temeroso del expansionismo turco tras la conquista de Constantinopla. Así pues, como enviado personal del monarca, Rozmithal recorrería gran parte de Europa Occidental, para ver a reyes y príncipes, superar recelos por las diferencias relativas a la fe cristiana y favorecer una alianza europea ante la amenaza de los turcos.
Partida desde Praga
En noviembre de 1465 Rozmithal partió de Praga con una comitiva de casi medio centenar de personas. En el grupo contó con dos relatores: su secretario Wenceslao Shaschek, y Gabriel Tetzel, un personaje notable de Núremberg.
Ya en el inicio, Rozmithal manifestó su deseo de hablar con todos los príncipes de los reinos cristianos, pero también conocer el Santo Sepulcro de Jerusalén y el del “señor Santiago”.
Visitó las cortes germánicas, aprovechando la gira para llegar a Colonia y ver la tumba de los Reyes Magos; luego fue a Aquisgrán, la ciudad imperial, de grandes relicarios, donde estaba el cuerpo de Carlomagno; siguió hacia Bruselas, donde disfrutó de una de las más extraordinarias recepciones de su viaje.
Con gran calamidad lograron cruzar el mar para llegar a Inglaterra. Allí Rozmithal visitó en Londres a Eduardo IV y pasó una larga y gozosa estancia por el país, que pareció a los visitantes relativamente pobre. En el retorno, nuevas calamidades. En el cruce del Canal de la Mancha los viajeros fueron apresados por dos navíos piratas.
Ya en Francia, gozaron de grandes convites, fiestas y vinos; todo esto convenció a los viajeros de que aquel era el país mejor constituido, con excelentes edificaciones, castillos e iglesias. En Francia también se entrevistaron con Luis XI, en Angers.
Hacia la Penísula Ibérica
Luego continuaron hacia el sur, encontrando excelentes ciudades y una tierra pobre: Gascuña. Una valoración similar se le otorgó a Biskeis, el País Vasco, donde tuvieron problemas por el pago de portazgos.
El trayecto les llevaría por Vitoria y Haro a Burgos. Fue una travesía dura por el calor, en la que los viajeros conocieron una sociedad que no les dio confianza, pese a las gozosas fiestas que pudieron disfrutar en la capital burgalesa, con bonitas doncellas y señoras.
En adelante, el viaje de los integrantes de la comitiva se tornó especialmente duro. La Corona de Castilla pasaba por un tiempo de Guerra Civil y los viajeros sintieron un permanente temor al asalto y al robo, en un desierto horrible; donde reina la escasez: no encuentran vino; si querían pan tenían que comprar harina y hacer una torta sobre ceniza caliente; si querían carne no tenían otro recurso que comprar una cabra y desollarla, comprado además los utensilios para el manejo de la vianda…
Y Compostela, en conflicto
Con numerosos problemas llegaron por Portugal hasta Santiago de Compostela, donde a la sazón se estaban produciendo fuertes luchas que cristalizarían en las revueltas irmandiñas. Los enfrentamientos afectaban incluso al entorno de la catedral compostelana; conflictos que también les implicaron.
En ese ambiente de lucha civil, los viajeros comprobaron que en la propia iglesia catedral compostelana se alojaban los caballos y que la gente cocinaba y dormía en el recinto sacro.
Tras alcanzar Finisterre y Padrón, el viaje prosiguió por Portugal, país afectado por una peste, para alcanzar Évora, donde los viajeros visitaron al rey Alfonso V.
Évora fue importante lugar de paso de peregrinos que alcanzaron Compostela. Por Évora subían aquellos que procedían del Algarve y de Beja, pero también otros que llegaban desde Extremadura y se encaminaban a Lisboa. Entre ellos podemos citar a Jerónimo Münzer o a Cosme III de Médici, quienes dejaron nota del interés de esta ciudad.
Un regreso…con finanzas menguadas
La comitiva continuará el viaje por Mérida, el monasterio de Guadalupe y Toledo; para encaminarse luego a Aragón y Cataluña, hacia Montpellier, Aviñón, Milán, Venecia y Graz, donde estaba la corte del emperador Federico III….
Finalmente, con las finanzas agotadas, Rozmithal y los suyos seguirán hacia su país, tras fracasar en el intento de ver al rey de Hungría, Matías Corvino, quien estaba enfrentado a Jorge de Bohemia, y poco más tarde acabaría adueñándose de su trono.
A semejanza del viaje de Münzer, el de Rozmithal constituye un gran documento de información sobre la Europa Occidental de la segunda mitad del siglo XV. El suyo fue un viaje a la par diplomático y religioso, pues se denota en el protagonista del mismo un ferviente deseo de conocer famosos lugares sagrados.
No llegaría el noble a conocer el Santo Sepulcro, pero para su consuelo visitaría incontables lugares de peregrinación, de los que enumera una amplia teoría de reliquias de cuerpos santos y objetos ligados la vida de los bienaventurados.
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