El portal de Belén fue el primer foco de peregrinación cristiana. Allí acudieron los Pastores y los Magos a rendir homenaje a Jesús, recién nacido, según los relatos de los evangelios.

Por Claudio Path

La Navidad es un periodo especialmente festivo para los cristianos, porque en él se conmemora la Epifanía; el nacimiento de Jesús. Pero si el periodo navideño se inicia con este acontecimiento, otro momento cercano y muy celebrado es el de la Adoración de los Reyes. Esa celebración tiene un sabor especial en la noche del 5 de Enero, cuando millones de niños, muy especialmente en España, se acuestan soñando con unos Reyes Magos que no sólo le llevaron dones a Cristo, sino que también se los traerán a ellos.

Peregrinos hacia Belén. La Adoración de los Magos, pintura del siglo de Juan de Juanes

Peregrinos hacia Belén. La Adoración de los Magos, pintura del siglo XVI de Juan de Juanes (Vicente Juan Masip), en el Museo del Patriarca, Valencia. Imagen de elcaminodekunig.com

Según el relato primitivo, hace dos milenios, unos astrólogos predijeron –a raíz del estudio de las estrellas– el nacimiento de un rey en Judea. El Evangelio de san Mateo apunta a esta historia; sin precisar el número de magos, ni  el origen, ni la raza de los mismos, ni sus nombres.

La historia de Herodes

El propio Herodes, rey de los judíos, mandó llamar a los viajeros para rogarles que una vez localizado el lugar del natalicio se lo dijeran a él: “cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a homenajearle”.

El relato de san Mateo indica que la estrella que guiaba a los Magos se detuvo en el punto donde nació el niño, al que homenajearon y entregaron oro, incienso y mirra. Sin embargo, los viajeros recibieron seguidamente en sueños el mensaje de que no debían comunicar a Herodes la buena nueva.

A partir de este punto, Mateo describe la huida a Egipto. Un ángel del Señor –explica- se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. Y allí permanecieron los tres, en tanto que Herodes, enfurecido por haber sido burlado, ”mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años”.

Ternura y drama

La historia relatada en el capítulo dos del Evangelio de san Mateo, llena de ternura y dramatismo, fue muy popular en la Edad Media y el Renacimiento.

El número de magos varió en la antigüedad; en algunos casos se estimó hasta en 12, como el de los Apóstoles. Del siglo VI es el mosaico de la iglesia de San Apolinar, en Rávena, donde aparecen tres magos con vestimenta persa, y con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Siglos más tarde, incluso aparecerán representados estos con color de piel distinto.

Innumerables artistas desde la antigüedad a nuestros días, han pintado la escena de los Magos en un humilde portal, portando regalos para el recién nacido. Pintores como fra Angélico, Leonardo da Vinci, Mantegna, el Bosco, Juan de Juanes, Velázquez, Murillo, el Greco o Rubens nos han dejado bellas versiones.

Magos y pastores

Mientras el Evangelio de san Mateo habla de la llegada de los magos, el de Lucas cuenta la Adoración de los pastores. El ángel les anunció: “hallaréis al niño envuelto en pañales, echado en un pesebre”. Y los pastores se pusieron en camino “vinieron aprisa, y hallaron á María, y á José, y al niño acostado en el pesebre”.

Al igual que la escena de los magos, la de los pastores ha sido inmortalizada por los pintores de todas las épocas. En cierto sentido, ambas se presentan como contrapuestas y complementarias. La primera nos habla del mundo de la riqueza… la segunda del de la humildad; los pastores eran israelitas y los magos de tierras lejanas, gentiles. Los dones de los primeros nos hablan de lujos, los segundos no llevan dones, simplemente hablaban de lo que han visto y oído. Con ambas escenas, se presenta a un recién nacido abierto a la universalidad; a los rústicos y a los poderosos.

Peregrinos hacia Belén… y hacia Compostela

Para el mundo santiagueño, la Adoración de los Reyes Magos tiene un valor especial, pues se ha considerado a este acto descrito en el Evangelio de san Mateo como el primer relato de una peregrinación cristiana.

Son muchas las connotaciones entre el viaje de los Magos y las peregrinaciones jacobeas. En primer lugar la propia esencia del largo viaje; la búsqueda de un ser especial al que se quiere rendir homenaje. En segundo lugar la propia vinculación del viaje a la estrella.

La misma ruta santiagueña se ha vinculado al firmamento y en concreto a la vía Láctea…. e incluso se dice que fue una estrella la que permitió el descubrimiento de los restos mortales del Apóstol. En la propia raíz del nombre de la Ciudad de Apóstol nos hallamos con la estrella: Compostela.

Tumba de los tres Reyes Magos,en Colonia, Alemania

Colonia, la ciudad de los Reyes Magos. El sarcófago con las reliquias, en la gran catedral de la ciudad alemana, siempre ha sido centro de los peregrinos, desde la Edad Media.
* Fuente Commons/Wikimedia/

No es un tema menor el hecho de que desde la Edad Media multitud de peregrinos unificaron su periplo haciendo a la par la ruta a Colonia –donde se veneraban las reliquias atribuidas a los Reyes Magos- y la de Compostela, para acudir ante los restos de Santiago el Mayor.

Peregrinaciones con larga historia

En la grandiosa catedral de Colonia una atracción esencial es el relicario de los Reyes Magos. Se trata de un triple sarcófago de oro, del siglo XII, en el que se conservan  las famosas reliquias, robadas a Milán por el emperador Federico Barbarroja. Desde aquella época, multitud de famosos viajeros, como el obispo armenio Martiros de Arzendjan, santa Brígida de Suecia o el noble bohemio Leo von Rozmithal, en sus periplos hacia Compostela también incluyeron la visita a la ciudad de Colonia.

Gruts y estrella de la Natividad en Belén

Gruta de la Natividad, bajo la basílica de Belén, donde se cree que nació Cristo.
* Fuente Commons/Wikimedia/Gerrd Eichmann/

Belén, cerca de Jerusalén, es un lugar donde se vive especialmente la Navidad. Allí se levanta la basílica de la Natividad, sobre el lugar donde se cree que se produjo el nacimiento de Cristo, y donde los Reyes Magos pudieron contemplar al recién nacido.

Desde el entorno del Altar Mayor de la basílica de la Natividad se puede descender a una angosta cueva especialmente visitada por peregrinos en tiempo navideño. En ella, una estrella de 14 puntas indica el punto exacto de la Natividad, donde debió estar el pesebre en el que un niño concitó el interés de los pastores de la zona y de unos magos de tierras lejanas.