
Roncesvalles, un espacio mítico y de referencias carolingias, en medio de la espléndida naturaleza pirenaica. Imagen de Guiarte.com
Por Tomás Alvarez
Uno de los parajes más entrañables del Camino de Santiago es Roncesvalles, anclado en el mito carolingio desde la Edad Media.
El monje alemán Hermann Künig pasó por allí en el final del Medievo en su viaje hacia Compostela, pero asombra su sintética referencia a este lugar, pese a que este fue siempre un punto crucial del Camino.
Cita Künig en su guía la existencia de un convento en el paso de las montañas… y nada más.
Territorio mítico
Roncesvalles es famoso por el mito, por ser el lugar de la derrota de Roldán, el héroe franco protagonista del cantar de gesta, quien rompió allí su espada sobre una roca antes de permitir que cayese en manos del enemigo.
Roldán, cubriendo la retaguardia del ejército de Carlomagno, en retirada hacia el norte, cayó en batalla contra los vascones, enfurecidos por el despiadado trato dado por los francos a los moradores de Pamplona.
Sin embargo, la versión mítica de esta derrota otorga un carácter religioso a la contienda y transforma a los vencedores en sarracenos, a los que combatía Carlomagno por el celo de la fe, según dice el Calixtino.
Otro héroe mítico, tambien ligado a los cantares de gesta, a la lucha contra los francos y a Roncesvalles es Bernardo el Carpio.
Famosa atención hospitalaria
Pero Roncesvalles también adquirió una fama mítica por la caridad desplegada en la recepción de los peregrinos.
Hasta el siglo XII, aquella era una zona bárbara, y los viajeros que venía de tierras orientales penetraban por Aragón, superando el difícil paso de Somport, con una cota de más de 1600 metros sobre el nivel del mar.
Pero la mejora viaria en Navarra y la creación del Hospital, facilitaron que Roncesvalles se convirtiese en el principal punto de entrada a los territorios de la Península Ibérica, para los viajeros que avanzaban en dirección a Santiago, superando a Somport.

La colegiata de Roncesvalles es una obra gótica de interés. Interior de la misma. Imagen de Jose Holguera
Desde su origen, fue famosa la caridad del centro hospitalario de Roncesvalles con los viajeros, objeto de atenciones de todo tipo, desde baño de agua caliente a barbería y reparación de calzado.
Testimonios de la caridad del lugar
No sólo hubo poemas famosos, como La Preciosa, sino numerosas crónicas viajeras que dieron cuenta de este benemérito trato hospitalario.
Dos siglos más tarde del paso de Künig, el viajero boloñés Doménico Laffi, decía que en el monasterio se conservaba aún el cuerno que tocó Roldán para avisar a Carlomagno de la derrota.
Cuenta Laffi que en la pulcra iglesia, de altar precioso, se decía la misa con gaitas y órgano, y en el centro hospitalario, grande y hermoso, los peregrinos podían permanecer tres días, comiendo y descansando.
El paso de Ibañeta
Hoy Roncesvalles sigue teniendo encanto. El núcleo está al pie de Ibañeta, el puerto donde ocurrió la batalla.
En Ibañeta los peregrinos siguen poniendo cruces, como ya se decía en el códice calixtino, en recuerdo de Carlomagno y sus hombres, que abrieron aquel paso para extender la fe entre los infieles.
La primitiva iglesita del puerto con su campana que orientaba a los viajeros en días borrascosos ya no existe. Ahora hay una ermita hecha en 1964. Cerca de ella un monumento recuerda la muerte de Roldán.
El pequeño núcleo urbano
En Roncesvalles, el viajero podrá ver la Colegiata, de un gótico robusto, donde está el Mausoleo de Sancho el Fuerte de Navarra, y el Hospital, de líneas sobrias y neoclásicas.
Entre lo más interesante de la colegiata, del siglo XIII, su traza gótica y una preciosa talla gótica de la Virgen, del siglo XIV.

Crucero gótico en la salida de Roncesvalles hacia Pamplona. Imagen de José Holguera,
Un monumento curioso es el llamado Silo de Carlomagno, en el que se halla un osario que podría albergar restos de luchadores de la contienda carolingia y de antiguos peregrinos. Es un edificio del XII. Algo mas posterior es otra pequeña iglesia del siglo XIII, ubicada al lado.
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