Decir Carrión de los Condes es recordar uno de los cristos más espectaculares del mundo del Románico; el de la iglesia de Santiago. Y es también rememorar mil historias del ámbito de la peregrinación a Santiago de Compostela.

Por Tomás Álvarez

Carrión, tiene tan solo dos mil habitantes, pero es una población de historia densa y monumentos excelentes; estrechamente ligada al mundo del Camino de Santiago.

El arte de la ciudad y la caridad de sus instituciones hicieron de Carrión una población citada en guías y crónicas odepóricas. En la sintética guía de Hermann Künig –la primera escrita en la Edad Moderna- sólo se cita por su nombre, generalmente, a las poblaciones clave; por eso, entre Burgos y León, sólo se enumeran Castrojeriz, Sahagún y Mansilla, y -por supuesto- Carrión.

Pantocrátor de la Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes, Palencia

Pantocrátor de la Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes, Palencia, una de las cumbres de la estatuaria románica hispana. Imagen de Tomás Alvarez

Carrión, en la literatura del Camino

Ya en el siglo XII, en el libro V del Código Calixtino, que algunos han calificado hiberbólicamente como Guía de peregrinos, se dice de Carrión que era «villa rica y muy buena, industriosa en pan, vino, carne y toda clase de productos«.  en el siglo XV, Hermann Künig cita el «puente admirable» de esta ciudad, a la que denomina como Garrión. Tambien habla de sendos monasterios en los que atienden bien al viajero.

Más modernamente, Domenico Laffi, destacó la excelente atención del gran convento benedictino (San Zoilo). “Es tierra dura, pero abundante”, dice el clérigo italiano. Lo de “dura”, tal vez se relacione con su experiencia personal; porque Laffi cruzó toda la zona atormentado por una gran plaga de langostas.

También Giacomo Antonio Naia se refiere a la amable atención recibida a su paso por el lugar… aunque tuvo una mala noche. Llegó en el fin de año (1717) y la noche en que durmió enuna de las dependencias del convento benedictino tuvo la mala suerte de no pegar ojo, por culpa de una “oveja acatarrada”. El viajero escribió: “e per tutta quella notte non potei mai dormire á causa d’una pécora raffedata, che tossi per tutta quella notte nel cortile”.

El encanto del arte

Pero Carrión, pese a su urbanismo desmadejado y su regresión poblacional, tiene para el viajero el encanto del arte.

Cada vez que paso por la autopista, entre Burgos y León, suelo salir de la carretera rápida para plantarme ante la iglesia de Santiago, y contemplar el maravilloso pantocrátor.

Tras mi primera visita a la ciudad dejé una descripción que ahora, treinta años después, sigue reflejando mi visión de la urbe. Llegué a ella en bicicleta, una tarde tórrida de agosto, cuando, muy cerca del magnífico puente, se escuchaba una algarabía juvenil de bañistas que calmaban sus ardores con las aguas frescas del río; un puente que originalmente fue de época romana; se renovó durante el reinado de Fernando I, para tomar su aspecto definitivo en el siglo XV.

Aquella jornada, poco antes de mi llegada a la ciudad, mi ánimo había quedado pasmado al contemplar en Villalcázar de Sirga el extraordinario templo de Santa María la Blanca.

En “El Camino de Santiago para paganos y escépticos” describí: “…el ánimo apenas encuentra reposo, porque a apenas tres kilómetros más adelante (de Villalcázar) se alza otro enclave de importancia crucial: Carrión».

Carrión, en El Camino de Santiago para paganos y escépticos»

«Carrión hoy es -escribí aquel día- una ciudad que malvive de la historia, el turismo, el comercio y la agricultura; un lugar de urbanismo maldito, que daña su renombre medieval. Junto a sus monumentos seculares hay numerosos edificios que reniegan del buen gusto y afean el aspecto de la ciudad.

Concilios y Cortes tuvieron como sede este lugar, donde se funde el verdor del ubérrimo valle del Carrión con los secadales de la Tierra de Campos. Sus condes intervinieron a su antojo en la política de estos reinos del norte y fueron señores de vidas y haciendas en la región.

Dos son los monumentos de visita obligada. El primero, la iglesia de Santa María, el templo más antiguo de los existentes en la ciudad. Edificado a primeros del siglo XII, tiene el encanto especial de los templos del románico primitivo, reflejado sobre todo en los problemas de construcción.

Claustro del Monasterio de San Zoilo, en Carrión de los Condes

Claustro del Monasterio de San Zoilo, en Carrión de los Condes, obra de Juan de Badajoz el Mozo. Imagen de José Holgera

La iglesia de Santa María

Si Pisa es famosa en el mundo por la inclinación de su torre, la iglesia de Santa María pudiera serlo por su desajustada estructura interior. Las naves están notablemente inclinadas y resultan muy visibles los refuerzos aplicados desde temprana época al templo para evitar su derrumbamiento. Son las dificultades estructurales del románico, con sus pesadas bóvedas de cañón, de difícil equilibrio.

Esta iglesia sirve al profano para examinar el gran paso existente entre el románico y el gótico. En el románico, la nave está cubierta con la bóveda de cañón, de forma semicircular, superficie lisa y continua que recorre la nave de principio a fin. Toda ella descansa necesariamente sobre los poderosos muros, donde se abren los pequeños huecos para los ventanales. En cambio, la bóveda de crucería gótica elimina la sensación visual de pesadez y divide y canaliza el peso de la techumbre hacia las columnas, reforzadas con los arbotantes y contrafuertes exteriores. El muro pierde, de este modo, su función de sostén de la bóveda y puede ser utilizado, en casi su totalidad, como ventanal.

En el templo de Santa María llama la atención una portada de notable belleza, con un friso referido a la adoración de los Reyes Magos. Este conjunto meridional está cortado en parte por el porche voluminoso, construido posteriormente con objeto de sujetar el muro.

El interior, de tres naves, notablemente amplio para la época en que se edificó, tiene diversas obras de interés, entre ellas un Cristo gótico y una Virgen románico-gótica de indudable  hermosura.

En el monasterio de San Zoilo, de Carrión de los Condes, se ubica actualmente un centro de documentación y estudio del Camino de Santiago. I

En el monasterio de San Zoilo, se ubica actualmente un centro de documentación y estudio del Camino de Santiago. Imagen de José Holguera

Un Zeus románico

Pero Carrión cuenta con una joya casi desconocida, que el viajero sensible no olvidará en el resto de su vida: La portada de la iglesia de Santiago, con su valiosísima escultura del Salvador.

El templo, diminuto, está en una de las estrechas bocacalles que desembocan en la plaza Mayor. Un incendio ocurrido durante la Guerra de la Independencia lo destrozó en gran parte, pero dejó incólume el tesoro más importante de Carrión: la pequeña fachada.

Las medidas de la iglesia son reducidas. La portada tiene una bellísima arquivolta decorada con veinticuatro figuras radiales, que representan oficios de la época: músicos, artesanos, guerreros… Las columnas de sostén también están labradas.

Pero esta sencilla edificación alcanza la categoría de sublime en su friso, presidido por el Cristo en Majestad, rodeado del tetramorfos y escoltado por los doce apóstoles, bajo doseles trilobulados.

La obra, de fines del XII es una de las cumbres de la estatuaria románica. Una labor excepcional. En plena época oscura del medioevo, el artista que labró esta maravilla consiguió conjugar románico y helenismo.

Más que un Cristo, parece que estamos ante un Zeus esculpido en los talleres helenísticos de Asia Menor. Bajo el ademán sereno y grandioso del Dios, aparecen las vestiduras, con sus pequeños pliegues, trasluciendo las mismas formas del cuerpo. Se palpa la carne y se siente el viento agitando los ligeros ropajes«.

Arte …y buena gastronomía

El arte de Carrión ha enamorado a los poetas. En el poemario «Mi románica España«, Gerardo Diego escribió, refiriendose a la iglesia de Santiago:

   «Apenas queda nada de Santiago.

   Fachada, friso, puerta y arquivolta.

   Cuatro eran cuatro los símbolos:

   Toro, León, Hombre y Águila.

   Y en el centro, sublime, el Salvador:

   la mano izquierda sosteniendo el Libro,

   los dedos de los pies sobre la nube.

   Músicos, en los arcos, también cantan.

   Por Carrión de los Condes

   Flotan memorias….»

Carrión aun tiene otros puntos de interés: el convento de las Clarisas, con su pequeño museo; el monasterio de San Zoilo, con un importante claustro de Juan de Badajoz el Mozo, etc. Pero hay que cuidarse del hartazgo de belleza y arte porque el camino es largo y tiempo habrá para seguir alimentando el espíritu.

…Si en el Calixtino se ensalzaban los alimentos del lugar, ocho siglos más tarde, cabe afirmar que en esta localidad, con más pasado que futuro, se siguen comiendo buenas carnes y se continúa pecando de gula con los dulces.