Entre los viajeros orientales, uno de los más destacados fue noble polaco Jakub Sobieski o Jacobo Sobieski, padre del rey polaco Juan III Sobieski. Jakub peregrinó a Santiago en 1611, con 21 años de edad.
Por Tomás Alvarez
No fue raro el viaje de los polacos hacia Compostela. La existencia de conchas de peregrinación en Polonia desde el siglo XI acredita tal flujo.
Se sabe también que en los siglos XIV y XV muchos caballeros polacos hicieron el recorrido hasta Compostela. También hay otras citas de viajes de dignatarios eclesiásticos y de embajadores, como la de Jan Danrysek, primer embajador polaco en la corte hispana, en tiempos de Carlos I, quien viajó a Santiago en el año 1523.
En el libro sobre las peregrinaciones por Mar a Compostela, de Juan Caamaño Aramburu, se recuerda que gran parte de la influencia jacobea en Polonia entró por el entorno de la ciudad hanseática de Danzig. En ella, una de sus puertas llevaba precisamente el nombre de Santiago. Cerca de esta se hallaba desde 1414 la iglesia de Santiago.
Señala este autor que el culto al apóstol Santiago también se propagó en gran medida merced a los monjes cluniacenses llegados desde territorios de Alemania y Francia. La pervivencia del catolicismo en la región permitió que la devoción al Apóstol continuara en la Edad Moderna. En el XVIII aún se contabilizaban 155 templos dedicados a Santiago el Mayor.
Jakub Sobieski: un polaco noble y culto
Jakub Sobieski nació en 1580; era nieto de un héroe polaco que destacó en las luchas con rusos y turcos. Murió en 1643. Recibió una notable educación, en Cracovia y París, y participó en importantes misiones diplomáticas y acciones bélicas.
La vida de Sobieski se desarrolló en un periodo en el que su país y Lituania formaban un gran Estado, la República de las dos Naciones. Tras la “Unión de Lublín” una misma persona era rey de Polonia y Gran duque de Lituania. La unión voluntaria de ambos países dio fuerza a la República para contrarrestar los empujes vecinos, especialmente de Rusia.
Nacido en 1580, Sobieski, Falleció en 1646. Uno de sus hijos, quien luego fue nombrado rey de la República de las Dos Naciones, Juan III Sobieski, fue uno de los mayores generales y estrategas de su tiempo; clave en victorias sobre los otomanos como las de Chocin y sobre todo la batalla de Viena, de 1683; en la que la caballería polaca fue clave para derrotar a los Turcos.
Procedente de un país católico, Jakub Sobieski se muestra en el relato del viaje como personaje muy devoto, aunque en su texto no deja de mostrar en ocasiones ciertos reparos, como en Santo Domingo de la Calzada, donde no acaba de creerse que las aves que recuerdan el milagro del peregrino ahorcado son descendientes del gallo que resucitó del plato…
Viajero y estudioso
El viajero dejó en 1607 Cracovia y se instaló en París. Allí dedicó varios años al aprendizaje de lenguas, matemáticas e historia. En 1611 emprendió viaje a España, pasando por Bayona y lo que denominamos como el Camino del Baztán, para acceder a Pamplona, uno de los itinerarios alternativos citados en la guía de Hermann Künig.
En Pamplona, el noble polaco sufrió el robo de los dineros que había dejado en el armario de su habitación, pese a que él lo había cerrado con llave. Sin embargo, la mesonera tenía otra llave igual con la que saqueó las pertenecías del peregrino.
Sobieski informó al virrey de Navarra del caso, y se comprobó la autoría, por lo que el posadero, la posadera y a su hija ingresaron en prisión.
El viajero polaco siguió adelante por Puente la Reina y Logroño para llegar a Santo Domingo de la Calzada. Allí, Sobieski tomó nota de otra versión del milagro del joven ahorcado. La historia era así: una francesa y su hijo peregrinaban a la tumba del Apóstol Santiago. Cuando se levantó de mañana, la viajera se encontró con la acusación de que su hijo había robado una copa de la posada; copa que en realidad “había robado la cocinera”
Una vez ahorcado el presunto ladrón, la madre continuó de viaje a Santiago. A la vuelta, halló al hijo colgado … pero vivo; merced a la protección del apóstol Santiago. Ella acudió ante la autoridad local para pedir la liberación del joven pero el alcalde se rió y dijo: “tu hijo está tan vivo como el gallo que tengo delante, si sale saltando”. Apenas hubo dicho esto, el gallo saltó de la fuente y salió volando por la ventana.
A Santiago, por la vía de León a Oviedo
Desde Santo Domingo de la Calzada, la comitiva continuó el viaje siguiendo el Camino Francés, hasta León, donde –siguiendo el camino tradicional que se marca en la Grande Chanson francesa- tomó dirección norte para pasar por Oviedo. Allí contempló las reliquias del Arca Santa; maravillándose ante la Cruz de los Ángeles.
Siguiendo el por la costa asturiana, el viajero polaco alcanzó Compostela. Un kilometro antes de la ciudad descendió del caballo para hacer a pie el recorrido, como era costumbre de muchos caballeros.
En la ciudad del Apóstol destacó la animación peregrina y la magnificencia del Hospital. Calificó a este como uno de los “de mayor renombre de la cristiandad”. Luego, en su programa figuró una visita a la orilla del Atlántico. Llegó a Santa María de la Barca y Padrón.
Sobieski regresó a Francia pasando previamente por Portugal, Andalucía, Toledo, Madrid y Burgos, en dirección a Bayona.
En general, el viajero describe de una forma más positiva las tierras portuguesas que de las de del interior de la Península Ibérica. Califica de hermosa a la ciudad de Oporto, y loa extraordinariamente a Lisboa, ciudad “rica y populosísima”. También tiene elogios para los campos y ciudades de Andalucía. De su paso por Madrid destaca la referencia a las relaciones en la Corte así como la información sobre El Escorial.
[…] siguiendo el itinerario de León – Oviedo – Compostela. También lo hizo el noble polaco Jakub Sobieski en el siglo mismo siglo. Entró por Bayona y el Camino de Baztán, para proseguir por Burgos y […]