En el final de la Edad Media, la peregrinación a Compostela contó con el testimonio de una amplia serie de grandes viajeros para los que la motivación del viaje a la tumba del Apóstol resultaba novedosa: el ideal caballeresco. El caso de Jorge de Ehingen, o Georg von Ehingen, es un ejemplo.

Por Tomás Alvarez

El relato de la vida del caballero de Suabia Jorge de Ehingen fue publicado por uno de sus descendientes, que completó la autobiografía con una breve historia familiar, en la que encontramos ya la preocupación de sus predecesores por las órdenes de Caballería.

Esa información familiar complementaria se inicia con Burkardo de Ehingen, el de la Trenza. Se trata del abuelo del caballero Jorge quien sirvió a un duque de Austria, quien había creado una orden de caballería que se distinguía por una trenza. La razón del símbolo era el homenaje a una dama que le había entregado aquel peculiar fragmento de su cabellera.

retrato del caballero Jorge de Einghen

Jorge de Ehingen o Georg von Ehingen. Pintura sobre tabla del altar de la Capilla del Castillo de Kilchberg; en la Galería Estatal de Stuttgart. Obra de Von Bartholomäus Zeitblom, en Beiträge zur Landeskunde von Baden-Württemberg 2/2017, S. 12./commons.wikimedia.org

Los origenes de Jorge de Ehingen

Burkardo de Ehingen llevó la Orden de la Trenza a Suabia y tuvo varios hijos; uno de ellos, Rudolf, fue el progenitor de Jorge de Ehingen, quien vio la luz en el Castillo de Hohenentringen, en 1428.

El muchacho inició su andadura juvenil en la corte de Innsbruck, como paje de un duque austríaco. En su biografía se observa desde el inicio el ideal caballeresco. “Cuando crecí y tuve conocimiento, parecióme conveniente acercarme á algún príncipe activo; acostumbrarme á los ejercicios caballerescos y aprender cuanto exige la caballería”, escribió.

Su juventud discurrió al servicio de grandes nobles de Austria, siendo nombrado caballero en Praga, a donde acudió a la coronación de Ladislao V como rey de Bohemia. Sin embargo pronto abandonaría su vida relativamente cómoda para ir a la guerra contra los turcos.

Ladislao, rey de Bohemia y Hungria

Ladislao, Rey de Hungría y Bohemia y Duque de Austria. Imagen en la autobiografía de Ritter Georgs von Ehingen – Cod.hist.qt.141. Zeutschel GmbH, Tübingen | Derechos de imagen: Biblioteca Estatal de Württemberg

La lucha contra el Gran Turco

El caballero suabo, cansado de holgar en los palacios, determinó salir hacia Rodas en apoyo de los Sanjuanistas (caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén) “con el propósito de resistir al Gran Turco, que intentaba conquistar á Rodas, preparando grandes fuerzas de mar y tierra para conseguirlo”.

Su propio padre, Rudolf de Ehingen, le apoyó en la iniciativa y le propuso que al terminar la expedición “había de visitar el Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo y la Tierra Santa; porque él había tenido vivos deseos, toda su vida, de visitar los Santos Lugares”.

Tras once meses de estancia y luchas en Rodas y su entorno, siguió hacia Jerusalén. A su partida, el Gran Maestre le colmó de honores y le entregó una reliquia que él más tarde regalaría a su padre: una Santa Espina de la corona de Cristo.

Una misión caballeresca

A medida que se va siguiendo el relato se comprueba cómo el caballero está imbuido de la “cultura caballeresca” que había ido en aumento en el trascurso de la alta Edad Media; cultura que loa un comportamiento y una escenografía vital peculiar. El caballero se enaltece con sus hechos de armas, la defensa de la fe, el amor, la valentía, y se glorifica con elementos comunicativos (enseñas, lemas, insignias, etc.) fijados en el escudo, en las vestimentas y hasta en los arreos del caballo.

El relato de su vida semeja desde el inicio una novela de caballerías. El ideal caballeresco le impulsó a partir de su casa natal para entrar al servicio de diversos nobles de Centroeuropa y prepararse para una vida de gloria y combate; ese ideal le llevó a luchar contra el Gran Turco en Rodas y otros puntos, meses después de la Caída de Constantinopla; en ese ideal se inscribe también el cumplimiento de la promesa hecha a su padre de acudir a Jerusalén, periplo que le llevaría también a otros puntos del Cercano Oriente, como el Sinaí, Alejandría o Chipre, y le facilitaría la incoporación a ordenes caballeresca de diversos territorios; entre ellas la del Santo Sepulcro.

A partir de 1457, el de Ehingen viajará a la corte de Francia; allí se enteraría de que Enrique IV preparaba una campaña contra los moros granadinos. En camino hacia el sur, visitará las cortes de otros otros grandes dignatarios, entre ellas la de Pamplona, donde reinaba Juan II. Allí paso dos meses de fiestas, cacerías y regocijos, cuando la campaña granadina de  Enrique VI ya había finalizado; luego, se dirigió a Portugal para ofrecer sus servicios al rey Alfonso V, el Africano, empeñado en una lucha expansionista en el norte del actual Marruecos.

Alfonso V el africano, rey de portugal y señor de Ceuta

Alfonso V de Portugal, el Africano. Imagen en la autobiografía de Ritter Georgs von Ehingen – Cod.hist.qt.141. Zeutschel GmbH, Tübingen | Derechos de imagen: Biblioteca Estatal de Württemberg

Hacia Santiago, Portugal y el norte de África

Desde Navarra, Jorge de Ehingen avanzó por Burgos y León para llegar a Santiago de Compostela. Nada importante dice de esta ciudad, únicamente manifiesta que en el trayecto la comitiva perdió uno de sus mejores caballos de guerra, “porque el camino es sumamente penoso

El periplo  del noble suabo continuó por vía marítima desde La Coruña a Lisboa, para acabar luchando en la plaza de Ceuta, donde salió triunfante de un duelo singular con un caballero de la tropa del rey de Fez, mandatario que había preparado un gran ejército para reconquistar la ciudad.

Tras participar en una nueva campaña de  Enrique IV contra Granada, en la que resultó herido. Su recorrido continuaría por Inglaterra y Escocia, para retornar al territorio de Suabia. Aún haría otros dos largos viajes a Rusia, cumpliendo encargos imperiales. Terminaría sus días en el año 1508, en el castillo de Kilchberg, cerca de la ciudad de Tubinga, donde está enterrado.

La escasa referencia dada en el relato a los viajes a Jerusalén y Santiago, contrasta con el tono entusiasta en la lucha contra los paganos, la narración de las órdenes de caballería en las que ingresa, y sobre todo sus combates y glorias personales. En definitiva; una vida orientada por los valores caballerescos, en la que la peregrinación también ocupa un espacio, aunque secundario.


Para más información: catálogo sobre Jorge de Ehingen en la Biblioteca Nacional de Alemania y relato sobre su vida aventurera en www.kriegsreisende.de