Una de las poblaciones de las que el viajero del Camino Francés llevará una imagen perdurable es Frómista, especialmente por su coqueta iglesia de San Martín, templo que parece diseñado por un moderno ilustrador de cuentos infantiles.

Por Tomás Alvarez

La ciudad se halla en la comarca conocida como Tierra de Campos, famosa desde la antigüedad por su excelente producción cerealista. De hecho, el origen del nombre está precisamente en la palabra latina que significa grano o cereal: frumentum.

En el relato sintético de Hermann Künig sobre su viaje a Compostela, sólo menciona por sus nombres en esta zona a Castrojeriz (Fritz) y Carrión de los Condes (Garrión). El en trayecto entre ambos, se limita a indicar la aparición de sucesiva de puentes u hospitales. Esa economía de datos se explica, sin duda, porque el camino descrito por el monje alemán desde la ribera del Pisuerga  a la del Carrión puede ser seguido por el peregrino con facilidad, ya que avanza por una llanura sin fragosidades donde pueda perderse.

Iglesia de San Martín, en Frómista (Palencia)

La coqueta iglesia de San Martín, en Frómista, Palencia, es una de las primeras obras románicas hispanas. Imagen de Guiarte.com

Tierra dura y cargada de Historia

La vías peregrinas avanzan en este entorno por una cota marcadamente plana; unos 800 metros de altura sobre el nivel del mar; en medio de campos de cereal ligeramente ondulados, donde el viajero puede contemplar en ocasiones la silueta poderosa de las avutardas.

La climatología de zona es dura, con veranos secos y tórridos e inviernos fríos. Su terreno, antaño cubierto por bosques de encinas y robles, es ahora abierto; con muy escasa arboleda. La técnica constructiva de estos centros urbanos se ha basado históricamente en el barro: adobe y tapial.

Esta es una histórica zona de paso. Por ella van tanto las rutas que suben desde la Submeseta Norte hacia el Cantábrico, como las que conducen desde la cuenca del Ebro hacia León y Galicia. A estas hay que añadir una especial: el Canal de Castilla; creado en el siglo XVIII para facilitar el tráfico cerealista por la región hacia el Cantábrico. El Canal fue un proyecto concebido como una gran red que nunca se llegó a completar, y quedó arrumbado por los nuevos sistemas de transporte.

Un templo románico bello y remozado

El entorno del lugar ya estuvo poblado en tiempos prerromanos, pero adquirió mayor importancia en el siglo XI, merced a la fundación del monasterio de San Martín, impulsado por doña Mayor, viuda de Sancho Garcés III de Navarra. Del monasterio pervive en la actualidad su iglesia románica, de clara inspiración francesa. Algunos la vinculan por su autoría a la catedral de Jaca.

La edificación, de tres naves, de casi altura similar y tripe ábside, llegó en el siglo XIX a un estado deplorable, por lo que dejó de ser utilizada para el culto. Casi al final del siglo se sometió a una profunda restauración, tan drástica que el edificio perdió en buena medida su sabor medieval. Así, por ejemplo, muchos de los capiteles son obra moderna.

En la imagen exterior del templo destaca la torre octogonal del transepto, obra del siglo XV, así como las dos torrecillas circulares que enmarcan el hastial, con su portada oeste. En el interior, sobresale su armonía espacial y la estatuaria de la época románica.

Michael Jacobs, historiador de arte e hispanista de origen anglo-italiano, en su guía arquitectónica del Camino de Santiago, escribió sobre este bello edificio: “sus proporciones son perfectas, las tallas originales del siglo XI son magníficas, y la sencillez geométrica de sus formas totalmente satisfactoria, pero el conjunto tiene la fría perfección de demasiados edificios neoclásicos, y carece de la calidez que suele ir asociada al estilo románico”.

Portada iglesia desan Pedro, en Frómista

Acceso principal de la iglesia de San Pedro, Frómista, Palencia, con su gran portada renacentista, a modo de arco triunfal romano. /
* Fuente Commons/Wikimedia/ By Zarateman.

La iglesia de San Pedro

La vistosidad del templo de San Martín hace que muchos viajeros apenas reparen en el de San Pedro, obra del gótico final, de porte robusto, en cuya estructura aparece una excelente portada renacentista, a modo de arco triunfal romano. Es un trabajo del arquitecto santanderino Juan de Escalante, colaborador de Rodrigo Gil de Hontañón.

El interior, de tres naves, alberga una excelente colección pictórica y estatuaria. El retablo Mayor es de inicios del XVII, obra de Francisco Trejo, caracterizada por su simetría clasicista.

Santa María de Castillo es la tercera iglesia local, del siglo XV y posteriores.

Declive económico y poblacional

Tras los días del Renacimiento, la población entró en un declive económico y poblacional, alterado momentáneamente con la llegada de las aguas del canal de Castilla. Sin embargo, ese declive se ha  acentuado en el último siglo, en el que ha perdido más de la mitad de sus habitantes.

En la actualidad, Frómista tiene de unos setecientos pobladores.

La Última Cena. Iglesia de san Pedro, Frómista


Pintura hispano-flamenca de la Última Cena, sobre tabla, en la iglesia de San Pedro de Frómista (1475-1500). Procede del retablo mayor de la Iglesia de Santa María del Castillo. Autoría desconocida.
* Fuente Commons/Wikimedia/

Frómista ha sido tradicionalmente un lugar dotado de hospitales para el peregrino. En lo relatos de los viajeros hay diversas referencias al lugar. Entre ellas, tal vez la más curiosa es la de Doménico Laffi, clérigo italiano que cruzó gran parte del trayecto de Burgos a León en medio de una plaga de langostas. Laffi había emprendido aquel viaje a Santiago, acompañado del pintor Doménico Códice, el 16 de abril de 1670.

Al clérigo, el lugar le pareció importante, una ciudad; pero allí lo pasó mal. Las langostas habían comido todo; los habitantes del lugar no querían venderle pan, ni vino, ni queso, ni fruta… ni cosa alguna. Según su relato, por la noche, los pobladores salían al campo con haces de leña para matar langostas. Era el momento más oportuno, porque con el frescor de la hora  las «bestezuelas» quedaban como aletargadas, según escribió.

Por suerte, Laffi y Códice pudieron repararse de su ayuno forzado en Carrión, en el poderoso convento de San Zoilo.

Entre los hijos destacados de lugar hay que citar a San Telmo, fraile dominico, confesor de Fernando III, quien vivió en su ancianidad en Tuy, donde está enterrado. Se le considera patrono de marineros y de la propia diócesis de Tuy. Murió en el año 1246, cuando marchaba como peregrino a Compostela.