Madre de ocho hijos, consejera real, fundadora de una orden religiosa, visionaria, mística, viajera a Roma, Jerusalén y Compostela… Santa Brígida de Suecia es una extraordinaria personalidad medieval, que incluimos en nuestra serie dedicada a los notables peregrinos santiagueños.
Por Tomás Álvarez
Entre los personajes más famosos de la historia de la peregrinación a Compostela figura por derecho propio una mística sueca, Santa Brígida; una mujer que completó en el siglo XIV el trío de las grandes peregrinaciones cristianas: a Jerusalén, Roma y Compostela.
Brígida Birgersdotter nació en el año 1303 en el caserío de Skederid, ubicado al lado del lugar de Finsta (municipio de Norrtälje), a medio centenar de kilómetros al nordeste de Estocolmo. Allí se conserva el pequeño templo en el que fue bautizada; un sencillo edificio, lugar de peregrinación desde 1391, cuando Brígida fue proclamada santa.
La capilla original parece que fue construida por Birger Persson, padre de la muchacha, emparentado con la dinastía reinante en Suecia y dueño del caserío/granja de Skederid.
Una dinastía de grandes peregrinos
Los ancestros familiares de Brígida ya habían mostrado un afán por peregrinar. Lo habían hecho un abuelo, un bisabuelo, así como sus propios padres, Birger Persson e Ingeborg. Estos habían acudido, a partir de 1321, hasta Jerusalén, Roma y otros centros de piedad.
La joven era prima de Magnus II Erikson, elegido rey de Suecia y Noruega; se casó muy joven; fue dama de la reina, Blanca de Namur, y consejera de la pareja real. La relación con los jóvenes reyes fue inicialmente muy positiva, pero se deterioró a medida que pasaron los años y el monarca desarrolló una conducta que no se ajustaba a la ética de Brígida.
La santa quedó comprometida a los trece años con Ulf Gudmarsson, hijo del gobernador de Ostrogotia, en el sudeste del país. Se casaría dos años mas tarde, y el matrimonio tuvo ocho hijos. Entre ellos, la conocida como Catalina de Vadstena, venerada también como santa por la iglesia católica.
Los esposos acabaron abandonando la corte de Estocolmo, en busca de una vida de mayor espiritualidad. En el año 1338 Brígida y Ulf peregrinaron hasta la tumba de Olaf II, primer rey noruego convertido al cristianismo; santo y patrono de Noruega. Para llegar a la catedral de Nídaros, la actual Trondheim, donde se hallaba la tumba del santo, caminaron durante un mes, siguiendo una dura senda por tierras de montaña.
Tras esta peregrinación, Brígida retornó a la Corte durante un breve tiempo, pero acabó abandonándola un año más tarde.
Rumbo a Santiago de Compostela
En el año 1341, los esposos partieron hacia Santiago de Compostela, ciudad a la que ya había acudido en tiempos precedentes otros familiares. Para ello, dejaron a sus hijos con otros parientes o en centros religiosos.
Partieron en un grupo, en el que también viajaba un monje de la abadía de Alvastra, Svennung, quien sería testigo de su especial vida religiosa. Se sabe que pasaron por Colonia, gran ciudad de peregrinación; famosa por albergar la tumba de los Reyes Magos.
Desde Colonia, los peregrinos marcharon a Aquisgrán. El grupo pudo seguir la ruta que Künig denominó como Niederstrasse; aunque algunas fuentes especulan con su posible paso por varios centros de peregrinación de Francia, entre ellos Saintes Maries de la Mer, en la Camarga, localidad a la que, según la leyenda, arribaron en el siglo I María Salomé, María de Cleofás, María Magdalena, Lázaro y otras personas cercanas al círculo de Cristo; lugar importante de peregrinación en la Edad Media.
Se cuenta que el viaje a España fue gozoso para los suecos. En Santiago de Compostela consiguió la santa un libro atribuido a san Bernardo, Liber de modo bene vivendi, que luego le influiría en sus escritos. De aquella estancia en Santiago, también se recuerda la llamada visión de Svennung, monje que enfermó en la Ciudad del Apóstol. Durante su enfermedad tuvo una visión en la que aparecía Brígida con siete coronas, lo que interpretó como un símbolo de que la viajera estaba coronada por la gracia divina.
En el viaje de retorno, efectuado seguramente por la Niederstrasse, cruzó una Francia convulsa por la Guerra de los Cien Años. Al llegar a Flandes, en Arrás, Ulf Gudmarsson enfermó gravemente. Felizmente recuperado este, los viajeros alcanzaron Suecia, donde ambos se retiraron a la vida monacal. En el inicio de 1344, Ulf falleció en el monasterio de Alvastra, el centro cisterciense más importante de Suecia, ubicado a la orilla del lago Wättern, en Ostrogotia.
Alvastra y Roma
Brígida, desde pequeña había tenido “revelaciones”. Tras la muerte de su esposo, tuvo una nueva visión que le indujo a establecerse en Alvastra y repartir sus pertenencias y posesiones entre los hijos y los necesitados.
Salió del centro religioso en el año 1350, para acudir a Roma, con objeto de ganar el jubileo por el Año Santo y pedir al papa la autorización para la nueva orden religiosa que había empezado a organizar. Sólo pudo presentar su solicitud en 1368 a Urbano V, una vez retornado a Roma, pues era el tiempo del llamado “papado de Aviñón”; un periodo en el que varios pontífices se instalaron sucesivamente en la ciudad papal gala.
En la Ciudad Eterna mantuvo una vida activa durante más de 20 años. Pese a que Clemente VI había declarado el 1350 como Año Jubilar, el papa no estaba allí, sino en la ciudad de Aviñón. Roma era una ciudad decadente y conflictiva, dominada por las rivalidades de los Orsini y los Colonna. La Santa, en lugar de marchar a Aviñón, escribió al Sumo Pontífice indicándole que le esperaba allí. Fue una espera de 17 años, en los que compaginó la habitual residencia en Roma con visitas a santuarios como Asís, y estancias en Nápoles.
Santa Brígida de Suecia, a Jerusalén
Tras la legalización de las reglas de la orden por el papa, Brígida, ya con setenta años, peregrinó a Jerusalén; su última peregrinación. Un obispo español, Alfonso Fernández Pecha, fundador de la orden de San Jerónimo, místico y confesor de la Santa la acompañó en aquel viaje. Este destacado humanista sería también el primer redactor/editor de sus Revelaciones.
El 23 de julio de 1273 murió esta gran viajera en Roma, acompañada de Catalina, su hija. En 1391 fue canonizada. En el año 1412 sus restos fueron trsladados desde Roma su tierra natal, para ser sepultados en el monasterio de Vadstena; casa matriz de la Orden que ella había fundado.
Una mujer con la elite gobernante
Brígida fue una mujer muy relacionada con las elites gobernantes de la iglesia y los estados europeos; ello le permitió buscar la paz entre Francia e Inglaterra, enfrentadas durante la Guerra de los Cien Años; tratar de poner fin al Papado de Aviñón; e incluso reprender al clero y sus dignatarios por sus excesos.
A lo largo de su vida, la Santa tuvo numerosas visiones relacionadas con personajes de la religión cristiana. También recibió predicciones relativas a dignatarios tanto de los reinos europeos como del papado; a veces denunciando abusos y corrupciones. Con ayuda del místico Alfonso Fernández Pecha dejó escrito un amplio texto con sus experiencias místicas y proféticas: el libro Revelaciones. Por este, se ha considerado a la Santa entre las autoras más notables del Medievo. En el plano bibliográfico, cabe hay que apuntar su interés por traducir al sueco la Biblia.
Fundadora y patrona de Europa
La Santa fundó una orden de monasterios dúplices; la llamada Orden del Santísimo Salvador, también conocida como Orden Brigidiana. La llegada de la Reforma protestante dejó seriamente dañada a la institución, que se recuperó especialmente a partir del siglo XIX. En la actualidad, pervive, aunque prácticamente integrada sólo por monjas. Se rige por la regla de San Agustín.
El rey Magnus II de Suecia concedió a Brígida el castillo de Vadstena, que fue transformado en convento para acoger la nueva orden. Allí fueron enterrados los restos de Ulf y de Brígida.
En 1999, el Papa Juan-Pablo II, anunció en un acto solemne, durante el Sínodo de Europa, la declaración de Santa Brígida de Suecia como patrona de Europa; junto a Catalina de Siena, y Edith Stein. Con ello intentaba realzar el papal de las mujeres en la historia de la Iglesia y de Europa.
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