Catedral de Colonia

Arnold von Harff, caballero de Colonia, oró en la catedral, ante la tumba de los Reyes Magos, pidiendo que su largo viaje fuera exitoso. Imagen de Tomás Alvarez

Por Tomás Álvarez

Uno de los peregrinos más notables del Renacimiento fue Arnold von Harff, caballero de Colonia, Alemania, que recorrió varios de los lugares más venerados del orbe cristiano.

Arnold von Harff (1471-1506) hizo un gran viaje entre 1496 y 1499; en él conoció Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela. Es un personaje coetáneo de Hermann Künig von Vach y parece que debió conocer su Guía, pues utilizó gran parte de los itinerarios marcados por el monje de Vach.

En el viaje, Harff desciende desde Colonia hacia Ulm, Kempten, Verona y Roma. Luego iría a Venecia. Desde allí, se embarcará en un navío que le llevará por el Adriático, hacia Grecia, Rodas, Creta y Egipto.

Ya en Oriente, dará cuenta de lugares como India, Madagascar y las fuentes del Nilo, y pasará por Tierra Santa, donde conocerá la montaña de Sinaí y Jerusalén.

Se estima que sus referencias a la India y Madagascar son fruto de relatos recogidos de otras fuentes.

Un periplo por varios continentes

A través de Asia Menor y los Balcanes, el viajero continuaría hacia Italia y Francia, para visitar más tarde Santiago de Compostela, en España. Regresó a Colonia por París, Bruselas y Aquisgrán.

Arnold von Harff

Arnold von Harff orando en la capilla de la Epifanía (Colonia) por el éxito del viaje. Dibujo del texto de su peregrinación, año 1500.

El viaje del caballero alemán quedó recogido en el libro Die Pilgerfahrt des Ritters Arnold von Harff von Cöln. Empezó la ruta con 25 años, el 7 de noviembre de 1496, en Colonia, y la acabó el 10 de noviembre de 1499.

En su narración ofrece al lector léxicos en numerosos idiomas, desde el albanés al turco, el árabe, el hebreo, el armenio o el vasco, referidos a nombres de productos útiles para el  viaje y la alimentación, frases de cortesía o sobre el costo de los productos. Hay alguna frase realmente atrevida, como una en la que dice: “chica, duerme conmigo”.

Viajero del Renacimiento

Se trata de un viajero del Renacimiento que ya no avanza impelido por el ansia de salvación y la contemplación de las reliquias, sino que compagina lo religioso y la curiosidad. Quería la “salvación del alma” a la par que “conocer los países y costumbres de los pueblos”.

En este sentido, se entretiene a veces en cuestiones históricas, sociológicas, monumentos, modos de vida o –como hizo también Jerónimo Münzer, otro famoso viajero alemán de su tiempo-  en los temas relativos a la naturaleza.

Sultan de El Cairo

El sultan de El Cairo, en una reproducción del texto de Arnold Harf, en el siglo XV. Imagen de página warfare

Esto no es óbice para que cuando escriba sobre las fuentes del Nilo afirme que indagó sobre la relación de aquellos lugares contemplados con el Paraíso y las figuras de Adán y Eva. Es más, se observa en su cosmovisión una concepción medieval, en el que contempla a la ciudad de Jerusalén como eje central del Orbe.

Harff es crítico con su experiencia en España, donde padeció un asalto por bandoleros, en el que murieron dos peregrinos. También se queja de la calidad del alojamiento y la gastronomía. “desde Orthez (Francia) a Santiago no encontrarás ninguna buena posada ni para ti ni para el caballo”, afirma.

Tampoco se emocionaría ante las aves de Santo Domingo y recuerda que los habitantes de Santiago –una ciudad pequeña- se mofan de los alemanes. También afirma que el cuerpo del Apóstol pudiera estar en Tolosa (Francia) y que él trató de ver las reliquias pero no lo consiguió, pese a que hizo grandes ofertas. Es curioso, pero tanto Künig como Jerónimo Münzer, viajeros alemanes de la misma época, tampoco mostraron entusiasmo con la ciudad del Apóstol.

El itinerario jacobeo

En cuanto al itinerario jacobeo que realizó, hay que apuntar un seguimiento prácticamente total del Camino de Künig. Vuelto de Oriente accedió desde Turín (Italia) a la ruta del monje de Vach en Saint-Antoine-l’Abbaye. Desde allí alcanzará Valence para proseguir a Pont Saint Esprit, Nimes, Montpellier, Beziers, Carcasona, Toulouse y Roncesvalles, continuando luego por el Camino Francés hacia Burgos, León y Compostela, aunque sin seguir las variantes de Santa Marina y Lugo propuestas en la guía de Künig.

¿Por qué no siguió estas variantes? Hay una razón de peso y es que Künig parece haber hecho el recorrido a pie, por lo que aconseja los itinerarios más practicables, en tanto que Arnold von Harff  no se preocupará tanto por esto, pues viaja a lomos de caballería e incluso con una acémila con carga de alimentos y útiles de cocina.

Luego de visitar Finisterre, en el regreso, se adaptará al Camino Bajo, Vía Baja o Niederstrasse de Künig, y para ello en Burgos tomará la vía de Briviesca y Pancorbo para alcanzar Vitoria, el puerto de San Adrián, Tolosa e Irún, a fin de acceder a Bayona.

Paso por el País Vasco y Bretaña

Como en otros lugares de su recorrido, Arnold von Harff aprovechará el paso por el País Vasco para recoger algunas palabras y frases en el idioma autóctono, así como tomar nota de aspectos de la vestimenta.

Mujeres vascas arnold von harff

Vestimentas femeninas en el País Vasco, de una reproducción del texto de Arnold Harf, en el siglo XV. Imagen de la página warfare

Desde Bayona avanzará luego hasta Burdeos, para continuar hacia Saintes, desde donde se desviará hacia La Rochelle y Bretaña. Luego alcanzará París, para seguir por Bruselas y Aquisgrán  hasta Colonia.

Poco se conoce de su vida; a su regreso tuvo una vida acomodada. Se casó en 1504, y murió poco tiempo después en el  Castillo de Harff. En su lápida funeraria dejaría constancia de su oficio: peregrino.

El relato de Harff, provisto de varias ilustraciones, fue muy divulgado a partir del año 1.500; se conocen varias copias. También dejó en él varios dibujos de personas, vestimentas, animales y del propio viajero orando.