Andrew Boorde es otro de los notables viajeros del Renacimiento; recorrió prácticamente toda Europa, llegando en dos ocasiones a Compostela. Fue un personaje contradictorio y escéptico, y en sus escritos negó el valor de las reliquias jacobeas.
Por Tomás Alvarez
Uno de los famosos viajeros del Renacimiento fue el inglés Andrew Boorde (o Borde), conocido por su mensaje crítico y ácido respecto al Camino de Santiago y las reliquias del Apóstol.
En realidad, en el final del siglo XV y el inicio del siglo XVI fueron varios los peregrinos críticos con el trayecto y las reliquias de Compostela. Así ocurrió con Jerónimo Münzer y Arnold von Harff. El propio Hermann Künig describió con frialdad su llegada a la ciudad gallega y no dedicó ni una sola palabra a las reliquias.
Dudas sobre las reliquias santiagueñas
En el escrito de Münzer, este señala que se cree que el Apóstol se halla enterrado bajo el altar Mayor con dos discípulos pero que esto es cuestión de fe: “Nadie lo ha visto”.
Por su parte, Arnold von Harff, en su relación del viaje también apunta que los restos del Apóstol «están en Toulouse, en el Languedoc«. El viajero de Colonia ofreció diversas propinas para llegar a ver sus reliquias en Santiago de Compostela, pero sin éxito. Le razonaron que aquel desconfía que el cuerpo del Apóstol esté en el altar Mayor y luego se le muestra, al instante “se vuelve loco como un perro rabioso”.
En ese “descreimiento” influye por una parte la enorme fama del relicario de San Sernín de Toulouse –con restos del conjunto de los apóstoles- y de otra el cambio cultural de la sociedad europea, que reposiciona la relación entre razón y fe, haciendo gala de una mirada más crítica, propicia al cuestionamiento de todo tipo de tradiciones, leyendas, creencias, milagros y reliquias sagradas.
La Reforma protestante apoyó totalmente ese descrédito de las reliquias; el propio Martín Lutero las descalificó reiteradamente, señalando incluso en una de sus alocuciones de 1522 que los huesos de Compostela podrían ser de un perro o un caballo.
Andrew Boorde y su mirada desmitificadora.
Esa mirada desmitificadora es realmente detectable en las opiniones de Boorde, nacido hacia 1490 en el territorio de Sussex, sur de Inglaterra, y muerto en 1549.
Este personaje fue monje cartujo, médico, escritor y gran viajero. Escribió textos de geografía, cuentos y medicina. Su obra más conocida es «The Fyrst Boke of the Introduction of Knowledge», Primer libro de introducción al conocimiento; se trata de una orientación para viajeros por Europa, publicada en 1542, en ella se hallan las referencias de sus recorridos por España, el primero de los cuales ocurrió en 1532.
Boorde viajó en distintos momentos de su vida a Roma, Jerusalén y Compostela, aunque no dejó un relato completo de estos viajes. Afirma que “en Compostela de España no está ni un cabello ni un hueso de Santiago, solamente, según se dice, su bordón, la cadena con la que estuvo atado en la prisión y la hoz o el hacha, que está colocada en medio del altar, con la cual, como se dice, se cortó la cabeza de Santiago”.
Activista contra la peregrinación a Santiago
Afirma Boorde que un sacerdote de la propia catedral le confesó que el clero compostelano piensa que la gente es tonta e induce a los peregrinos a venerar algo que no está allí. El informador le comentó: “Nosotros no tenemos ni un pelo ni un hueso de Santiago; pues Santiago el Mayor y Santiago el Menor, San Bartolomé y San Felipe, los santos Simón y Judas, San Bernardo y San Jorge, con otros muchos santos, fueron llevados por Carlomagno a Toulouse”.
En apoyo de las tesis favorables a los cuerpos santos de Toulouse, Boorde dice que la veracidad de las reliquias allí recogidas se apoya en “antiguos escritos auténticos y sellos”.
El segundo viaje de Boorde a Galicia pudo ser entre 1535 y 1542, según citan varios autores. En esta ocasión, llegaría junto con unos peregrinos de Inglaterra y Escocia a los que encontró en Orleans, Francia. Boorde intentó sin éxito disuadirlos para que no viajaran a Compostela. “si yo fuera nombrado consejero del rey de Inglaterra, a las personas que emprenden tal viaje sin su permiso las metería en prisión”, escribiría.
En su marcha, avanzó por Burdeos y Bayona para entrar en Vizcaya y Castilla. Relata que en este último país no se encuentra carne ni pagándola. “Con gran hambre llegamos a Compostela, en donde había carne y vino en abundancia”, escribió.
La vuelta fue penosa. Según explica, a pesar de los cuidados médicos que él pudo dar, los peregrinos que le acompañaban murieron por haber tomado “frutos y haber bebido agua, de lo cual yo siempre me abstuve“.
“Preferiría ir cinco veces de Inglaterra a Roma que a una a Compostela” escribió el inglés, quien destacó el viaje por mar es sencillo, pero por vía terrestre resulta sumamente difícil.
Andrew Boorde y el milagro del gallo y la gallina.
Un famoso milagro que cita este viajero es el del gallo y la gallina que cantaron en Santo Domingo de la Calzada. En su relato, un joven fue ahorcado por la falsa acusación de una prostituta a con la que no quiso tener un ayuntamiento carnal. La ramera, despechada, metió una moneda de plata en la mochila del joven y le acusó de ladrón, por lo que fue ahorcado.
Los padres del muchacho, que hacían con él la peregrinación a Santiago, continuaron hasta la Ciudad del Apóstol. Al retorno, encontraron al hijo aún con vida: “No estoy muerto; Dios y su servidor Santiago me conservaron aquí con vida. Id al juez de la ciudad y rogadle que venga y me descuelgue”, les dijo el joven virtuoso.
El juez, que estaba sentado a la mesa, dispuesto a comerse un gallo y una gallina no creyó a los padres, sino que les dijo: “Esta historia (…) es tan verdad como si estos dos gallos muertos se levantan delante de mí y cacarean”. En ese momento las aves se alzaron del plato para pasmo general. Entonces, el muchacho fue rescatado de la horca.
“Yo vi el gallo y la gallina allí en la iglesia y conté la fábula tal como me la contaron muchas personas; pero (….) toma esta narración que sigue como un desvarío”, escribió el escéptico inglés.
Una vida agitada
La insatisfacción de su viaje a Compostela y su paso por España quedó manifiesta con una frase sumamente gráfica. “Cuando llegué a Aquitania, de alegría besé la tierra y me sumí en una oración de acción de gracias, porque Dios me había rescatado de un gran peligro, y también me había (rescatado) de muchos ladrones, y asimismo del hambre y del frío”.
El viajero inglés tuvo una vida agitada: se hizo monje cartujo después de abandonar las clases de Medicina en Oxford. En 1529 abandonó sus votos monásticos; estuvo como espía al servicio de Oliver Cromwell, y asistió a clases de Medicina en varias universidades de Europa Continental. En Montpellier e Inglaterra ejercería la Medicina. En los últimos años de vida estuvo como recluso en Winchester, al parecer debido a su vida disoluta. Falleció en prisión, envenenado, según parece.
[…] a Santiago de Compostela de origen británico hay dos personajes absolutamente heterodoxos: Andrew Boorde -monje cartujo, médico, escritor y hasta espía- y la visionaria Margery Kempe. El primero […]
[…] escéptico es aun el peregrino británico Andrew Borde, quien afirma directamente que la pieza de plata fue puesta en el equipaje del joven peregrino […]