Entre los famosos peregrinos a Santiago de Compostela de origen británico hay dos personajes absolutamente heterodoxos: Andrew Boorde -monje cartujo, médico, escritor y hasta espía- y la visionaria Margery Kempe. El primero acudió a Compostela por tierra, la segunda por vía marítima.
Por Tomás Álvarez
Margery Kempe, nacida en Norfolk en 1373 y fallecida en alguna fecha posterior a 1438, es en la actualidad una mujer muy conocida por su autobiografía -la primera escrita en lengua inglesa- publicada en la primera mitad del siglo XX. Se trata de una crónica de su agitada experiencia personal y de sus peregrinaciones por el mundo cristiano.
El libro de Margery Kempe, divulgado a partir del descubrimiento de un manuscrito original en 1934, ha dado fama a esta mujer de asendereada vida y ofrece una extraordinaria visión de su tiempo. En él, el lector puede acercarse a aspecto de un cristianismo en ebullición, preludio de la propia Reforma protestante.
Casi desconocida hasta el siglo XX
Hasta tiempos relativamente recientes, lo poco que se conocía de esta mujer y su extraordinaria vida era un extracto de siete páginas de la autobiografía, resumen publicado en 1501 por Wynkyn de Worde, editor nacido en Alsacia y asentado en Westminster, quien desarrolló una gran actividad impresora en Inglaterra.
Margery Brunham (el apellido Kempe lo recibió de casada) era una mujer de familia burguesa con gran memoria y sensibilidad. Parece que no sabía escribir, pero conocía muchos textos religiosos que tenía memorizados. El relato de su vida parece ser que lo dictó a varios amanuenses, y fue reescrito por un fraile.
En ese relato –un tanto desordenado- afirma que tuvo visiones y conversaciones con Cristo y su madre, la Virgen María; incluso se sintió participante en momentos esenciales de la vida de ambos, como el nacimiento de Cristo y la crucifixión. Sintió también la presencia de los demonios atacándola e incitándola al suicido; declaró que oía músicas celestiales, y protagonizó multitud de escenas propias de un ser con facultades mentales inusuales.
El sentido de la culpa
Obsesionada por su percepción religiosa y su sentido de culpa, que le impulsaba a confesarse hasta dos o tres veces al día, en numerosos casos tuvo complicaciones con los propios sacerdotes por su extraña forma de ser y actuar, incluso fue juzgada por tribunales eclesiásticos por herejía.
Quienes han escrito sobre ella la ven con perspectivas absolutamente dispares, desde mística a santa, visionaria, neurótica, histérica o hereje.
Su relato se inicia después de su matrimonio con John Kempe, cuando tenía unos 20 años, y durante su difícil primer embarazo, cuando sufrió una grave crisis. El sacerdote que la confesó entonces le censuró su «conducta pecaminosa» y ella padeció un profundo brote psicótico; en aquel tiempo se sintió rodeada por el diablo, pero Margery se recuperó tras sentir una aparición de Jesús.
Su arrepentimiento como pecadora la conducía a veces a la profusión de gritos y lágrimas o al ascetismo. Hacia 1409 decidió dejar de comer carne como una forma de penitencia.
Margery Kempe: un itinerario personal asombroso
Margery tuvo trece hijos y acabó convenciendo al marido para practicar la castidad, llegando a vivir separados en el tramo final de su vida, si bien en el momento en que John Kempe enfermó decidió trasladarse a vivir con él para atenderle.
El itinerario personal de esta mujer es asombroso. En 1413 visitó a Juliana de Norwich, una de las grandes místicas inglesas, con la que pasó algunos días en su retiro. A finales de dicho año cruzó buena parte de Europa para embarcarse en Venecia con destino a Tierra Santa, haciendo vida de mendicante. Luego, en el retorno, pasó por Roma y Asís.
En 1417 viajó desde Bristol a Santiago de Compostela. A su retorno a Inglaterra continuó visitando santuarios, entre ellos la abadía de la Santa Sangre de Hailes, en Gloucestershire, donde se conservaba una reliquia de sangre de Cristo. Dicho centro religioso y de peregrinación sería cerrado por Enrique VIII en 1539 y la reliquia arrojada a la hoguera, en Londres.
Continuó realizando otras visitas a lugares de peregrinación, tanto en Inglaterra como en Centroeuropa, donde residía algún miembro de su familia. Peregrinó también a lugares como Aquisgrán y Bad Wilsnack (Alemania), donde estaba la reliquia de la Santa Sangre, que atrajo a muchos peregrinos de toda Europa hasta que durante la Reforma fueron destruidas las tres hostias que se veneraban como milagrosas.
Viaje a Santiago de Compostela, por mar
De la peregrinación a Santiago cabe destacar la particularidad de su desarrollo por mar; esto implica un modo de viaje muy distinto del realizado por tierra, este siempre propicio para conocer y describir espacios geográficos, reliquias y centros religiosos de todo tipo. En el relato de Mergery, se aprecia también la extraña personalidad de la viajera, que tuvo problemas hasta para embarcar.
En su descripción de esta peregrinación, el protagonismo no está tanto en recorrido sino en la propia mujer, en sus sentimientos y vivencias.
Los prolegómenos del viaje son extraños, en ellos se describen acciones de Margery por el arrepentimiento por sus pecados y el encuentro con un hombre que le ayudaría para realizar esta peregrinación. El filántropo, de nombre Thomas Marchale, acudió al capitán de un barco amarrado en Bristol y pagó el costo del viaje de la mujer.
Recelos a la presencia de Margery en el barco
Pero había en la ciudad de Bristol un hacendado que trató de impedir el viaje aludiendo a que Margery no era una buena mujer. Esta, le reprendió diciendo: “Si usted me arroja del navío, mi señor Jesucristo lo expulsará a usted del cielo, pues a Nuestro Señor Jesucristo no le agradan los hombres hacendados, salvo que sean buenos y humildes”.
Por alguna razón, antes de embarcar también fue llamada por el obispo de Worcester, ciudad a tres millas de Bristol. Cuando llegó a la residencia episcopal vio a los que allí estaban con vestidos acuchillados y adornos de encaje. Margery se santiguó ante ellos y les dijo que no parecían servidores episcopales sino «hombres del diablo«.
Apaciguados los ánimos tras el enfrentamiento inicial y con el consentimiento del obispo, la mujer esperó en su residencia hasta que el viento fue favorable para la partida. Aun antes de iniciar la marcha hacia Galicia pidió a Dios que “la librase de venganza, del mal tiempo y de los peligros del mar”. Al parecer alguien le había avisado que si había temporal en la travesía la arrojarían al agua, porque la mala fortuna podría deberse a su presencia.
La travesía hasta Galicia
Margery entró en la nave en nombre de Jesús y el viaje fue grato. “Dios envió buen viento y buen tiempo, de modo que al séptimo día llegaron a Santiago. Y aquellos que en Bristol habían estado contra ella, ahora la trataron bien”, dice su texto.
Permanecieron los viajeros de Inglaterra catorce días en Galicia. Margery Kempe sintió en la estancia “una gran alegría tanto corporal como espiritual y una gran piedad” e hizo grandes sollozos pensando en “la pasión de Nuestro Señor”. Finalmente el retorno de la nave a Bristol resultó también favorable, empleando en ello cinco días.
Efervescencia religiosa en Inglaterra
En la época en que vivió Margery hubo una notable efervescencia religiosa en Europa, en general, y en Inglaterra en particular. Fue el tiempo de John Wyclif (1324-1384) famoso teólogo y reformador, traductor de la biblia el inglés, fundador de los lolardos e inspirador de los husitas (seguidores de Jan Hus) y también precursor del protestantismo.
En ocasiones se ha relacionado a Margery Kempe con los lolardos, disidentes del oficialismo de la iglesia; muy activos en Inglaterra en los siglos XIV y XV.
Los lolardos pretendían la reforma de la Iglesia, rechazaban la riqueza temporal de los eclesiásticos, negaban la transustanciación, criticaban la reverencia a las imágenes y afirmaban que todo cristiano verdadero es en sí un sacerdote. La peregrina es venerada por la iglesia anglicana.
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