La ciudad holandesa de Maastricht, ubicada cerca del punto donde confluyen las fronteras de Holanda, Alemania y Bélgica, fue desde la antigüedad un lugar de paso de la peregrinación del norte de Europa.
Por Tomás Alvarez
Los viajeros que marchaban a Compostela desde el norte del continente europeo solían juntarse en Colonia, para continuar hacia Aquisgrán y Maastricht, prosiguiendo su senda por el centro de la actual Bélgica hacia la Vía Turonense y España.
Colonia está relativamente cercana, a unos 100 kilómetros de Maastricht. La ciudad alemana era desde la Edad Media una urbe clave en el camino a Compostela. Allí se juntaban los peregrinos del norte de Alemania, los que avanzaban desde Polonia por Leipzig, Erfurt y Eisenach, y los que procedían de la costa del Báltico y Escandinavia, quienes llegaban a Lübeck y Hannover.
Esta gran confluencia de peregrinos hacía de Colonia una urbe con gran sentido religioso, un sentido fomentado por sus famosas reliquias de los Reyes Magos. Infinidad de viajeros se reunían allí para continuar luego en grupo hacia Compostela.
Por el camino de Maastricht
El camino habitual hacia Compostela era el que continuaba por la cercana Aquisgrán para llegar a Maastricht. Desde aquí, según escribió Hermann Künig en su guía para los peregrinos –la primera escrita en la Edad Moderna- se avanzaba hacia París y España.
Desde Maastricht, la ruta continuaba hacia el sur por Diest, Lovaina, Bruselas, Halle, Braine-le-Comte, y Soignies. Ya en el actual territorio francés, el camino proseguía por Valenciennes, Douai, Arrás, Amiens, Clermont, Saint Denis y París.
Por este itinerario avanzó seguramente el obispo armenio Martiros de Arzendjan. Este personaje viajó desde el Alto Éufrates a Compostela, en un largo periplo, entre 1489 y 1496. Martiros, en su recorrido llegó a Colonia, desde donde avanzó hacia Aquisgrán para contemplar la camisa de la Virgen María, continuando hacia Flandes. Otro famoso viajero que avanzó por Maastricht fue Arnold Von Harff, en su viaje desde Compostela a Colonia, en el que siguió la ruta indicada por Künig.
Sin duda, el Camino entró en declive con la consolidación de la Reforma protestante en algunos de estos territorios, dado que esta fue sumamente crítica con el culto a las reliquias, gran motor de la peregrinación
Una ciudad de larga historia
Maastricht surgió en tiempos romanos, en el cruce del río Mosa. Mosae Trajectum (paso del Mosa) fue el nombre original de este histórico lugar por donde fluía el tráfico entre Germania y la Galia
Allí creció una urbe, amurallada en el siglo III por la presión de los bárbaros. La población adquirió rango episcopal en el siglo IV. Su primer obispo fue san Servacio. En el siglo VIII esta sede se trasladó a la cercana Lieja. Pese al traslado episcopal, por esta época florecería la urbe al abrigo de Aquisgrán, la ciudad imperial de Carlomagno.
En el siglo XVI la región sufrió diversos avatares sangrientos, a raíz de la Reforma protestante, que apoyó la lucha por la independencia respecto a España. En el curso de este siglo, tuvo lugar el famoso sitio y reconquista de Maastricht, que terminó con un asalto y saqueo sangriento, por las tropas mandadas por Alejandro Farnesio. Los tercios españoles, acuciados por la dureza de la lucha y la falta de paga durante varios meses, saquearon la ciudad y causaron una gran mortandad entre defensores y civiles.
A raíz de aquellos hechos, Lope de Vega escribiría la obra El asalto de Mastrique por el príncipe de Parma. Mastrique era la denominanción de Maastricht en español antiguo.
Maastricht pasaría más tarde, en tiempo de la Revolución Francesa a depender de Francia. Tras la derrota de Francia napoleónica acabaría integrándose en Holanda, pese a que los habitantes de la zona sentían evidentes simpatías por la integración con el resto del territorio belga.
Una ciudad pequeña, culta y agradable
La ciudad, con algo más de 100.000 habitantes, ha cobrado fama por ser donde se firmó en 1992 el Tratado de Unificación por los miembros de la Unión Europea.
Esta es una agradable población comercial y de ocio. Cuenta además con una notable universidad, muy cosmopolita.
La zona del centro es muy animada, especialmente la comprendida entre la plaza Vrijthof y la basílica de Onze Lieve Vrouwekerk. Hay diversos establecimientos excelentes para sentarse a comer o a tomar unas buenas cervezas. El viajero hallará marcas de Holanda, Bélgica o Alemania; en la urbe confluyen productos e influencias de todo el entorno. La ciudad es famosa por su carnaval y tiene buena gastronomía.
Arte y cultura en Maastrricht
La iglesia de San Servacio es de las más antiguas de Holanda, allí está la cripta con los restos del obispo, que fueron centro de atracción para los peregrinos. El templo es básicamente románico, con obra de los siglos XI y XII.
Al lado está el templo de San Juan, de estilo gótico; en él destaca la torre, del siglo XV, con más de 70 metros de altura. Es muy llamativa por estar pintada de rojo.
Entre lo más curioso de la arquitectura urbana esta la basílica de Nuestra Señora Onze Lieve Vrouwekerk. Es la iglesia más antigua del lugar; original del siglo IV, y con un aspecto sumamente primitivo.
Hay otras construcciones de interés, como el viejo Dinghuis. Fue palacio de Justicia medieval y más tarde prisión. Tambien tienen interés los restos de su recinto de murallas.
La ciudad posee una activa vida cultural, con una quincena de museos; varios de ellos referidos a su rico pasado.
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