Basílica de San Sernín en Toulouse. Cédric Helsly © Atout France

Basílica de San Sernín en Toulouse. Cédric Helsly © Atout France

Por Tomás Alvarez

El ladrillo, un elemento constructivo aparentemente humilde, alcanza una importancia artística excepcional en la ciudad de Toulouse, urbe muy ligada a la peregrinación.

Muchos de los principales monumentos de Toulouse son de ladrillo, entre ellos la basílica de San Sernín, con su llamativa torre campanario octogonal, que alcanza los 64 metros de altura y es un auténtico icono de la ciudad.

La ciudad se ubica en las orillas del Garona, y  lejos de las canteras de la montaña, lo que explica el recurso sistemático al ladrillo en la construcción de esta población que Künig visitó en el siglo XV, durante su viaje de ida a Compostela.

Una historia muy intensa

Fue esta una ciudad romana, luego capital del reino visigodo y más tarde sede de un poderosísimo condado medieval que cayó en el dominio de los reyes franceses a consecuencia de los conflictos armados surgidos por la herejía de los cátaros o albigenses.

En aquella guerra –cruzada impulsada por el papado- los territorios tolosanos, vinculados nominalmente al reino de Aragón, cayeron en poder los reyes franceses.

Ciudad de arte y reliquias

San Sernín de Toulouse es precisamente uno de los edificios más representativos del Románico y su arquitectura influyó en otros templos del Camino de Santiago.

Comenzado en el año 1080, tiene enorme amplitud, con cinco naves, un gran transepto y  un ábside rodeado por nueve capillas y con un deambulatorio en torno a la tumba del santo (San Sernín o Saturnino).

Esta estructura absidial hace de este templo un modelo de “iglesia de peregrinación”.

El ladrillo, reluce también  en muchos otros monumentos de la ciudad, entre ellos la extraordinaria iglesia de los Jacobinos, la catedral de San Esteban  y en el ambicioso Capitolio, sede municipal.

Capitolio de Toulouse

La plaza del Capitolio, en Toulouse. Cédric Helsly © Atout France

Künig en Toulouse

La guía de Künig es sucinta, con escasas indicaciones relativas a las ciudades, pero en Toulouse el alemán da señales de admiración y afirma que la urbe es muy grande, bella e impresionante.

Además, el monje alemán recuerda que en Toulouse descansan seis apóstoles: Felipe, Santiago (el Menor), Bernabé, Santiago (el Mayor), Simón y Judas.

La referencia a los cuerpos santos de Toulouse es una excepción. Frente a las enumeraciones prolijas de las reliquias en el Código Calixtino, en la guía de Künig apenas hay referencia alguna a ellas. Se nota que el monje está influido por el espíritu del Renacimiento, más frio y racional que el de los siglos precedentes.

Ese desapego al mundo de las reliquias se intuye en el texto: “Dicen que allí (en Toulouse), a la vista, descansan seis apóstoles” escribe el monje alemán.

El calificativo de ciudad impresionante tiene una lógica. La ciudad había sido devastada en  su mayor parte 1463 por un incendio que duró 15 días, y Künig la vio recién rehecha.