En el siglo XVIII, tiempo de decadencia del flujo peregrino… crecen los peregrinos de salón, personajes de la aristocracia europea que se retratan, glamurosos, ataviados con la indumentaria del caminante a Santiago de Compostela.

Por Tomás Álvarez

Algunas de las imágenes más curiosas de la peregrinación se encuentran a veces en los museos, donde aparecen retratos de nobles peregrinos que jamás hollaron con sus pies el Camino de Santiago.

Mujer peregrina, de Louis Vigée; en el Nationaalmuseum de Estocolmo.


Muchos peregrinos pintados en el siglo XVIII jamás recorrieron el camino de Santiago. Son los “peregrinos de salón”. Mujer peregrina, de Luis Vigée. * Imagen de Comons/Wikipedia.

Si en el final de la Edad Media el peregrinaje quedó herido por la fanfarria caballeresca, en el Renacimiento lo fue por la picaresca y el influjo de la Reforma protestante.

La picaresca hizo que muchos viajeros se desplazasen por los caminos para vivir de la caridad, tal como nos narró el propio Cervantes en el Quijote, donde describe magistralmente el encuentro de Sancho con unos peregrinos alemanes que venían a hacer sus Américas a costa de los crédulos hispanos, tal como explicó a Sancho su amigo Ricote; un morisco que venía acompañando a unos viajeros de Augsburgo.

Ricote definió el comportamiento de estos peregrinos pícaros: “no hay pueblo ninguno de donde no salgan comidos y bebidos, como suele decirse, y con un real, por lo menos, en dineros, y al cabo de su viaje, salen con más de cien escudos de sobra, que trocados en oro, o ya en el hueco de los bordones, o entre los remiendos de las esclavinas, o con la industria que ellos pueden, los sacan del reino y los pasan a sus tierras, a pesar de las guardas de los puestos y puertos donde se registran”.

El impacto de la Reforma protestante

En lo que se refiere a la Reforma protestante, el impacto fue inmenao. El peregrino dejó de ser bien visto en gran parte de Europa; pasando a identificarse como un enemigo de la fe; un ser supersticioso que veneraba unas reliquias cuyo valor había quedado desprestigiado.

Campesinos luchan con peregrinos

La Reforma paralizó en gran parte el flujo peregrino hacia Compostela. Pelea de campesinos con peregrinos. Marten van Cleve el Viejo. Imagen Qkiel/ https://commons.wikimedia.org

En muchas partes de Europa el viaje a los centros religiosos se había trocado en una actividad peligrosa. Proliferaron los ataques a los que caminaban a Compostela. La literatura odepórica nos certifica todo esto. En el siglo XVI  cayó radicalmente el número de viajeros del centro y norte de Europa y de las islas británicas; el peregrinaje se redujo principalmente a los viajeros francos y de la península italiana; muchos itinerarios se hicieron peligrosos e incluso proliferaron –por ejemplo- los peregrinos que desde Italia pasaban por mar a España para evitar los asaltos de los bandoleros y los desprecios de los hugonotes en el sur de Francia.

Si en el siglo XV la literatura odepórica jacobea de viajes es germánica, a partir del Renacimiento será sobre todo italiana. Es una muestra de que buena parte de Europa había dejado de caminar hacia Compostela.

El arte: los peregrinos de salón

En este mundo en ebullición surgió un nuevo tipo de peregrinación compostelana… una peregrinación en la que no hacía falta ni siquiera emprender un viaje hacia España. Este fenómeno está vinculado al arte.

Al final del barroco, surge en buena parte de Europa, sobre todo en los entornos de París y del territorio germánico, una nueva estética; una visión coqueta, femenina y galante, con un fondo ligado a la naturaleza, al viaje, al juego entre los jardines, a un bucolismo almibarado…

Surgen pinturas de faunos, amorcillos, pastores y dioses en los que se roza una nueva moral, más tendente al goce estético y sensual que a la épica. Se pintan Arcadias donde aparecen paisajes amables y ruinas de templos clásicos; enclaves poblados por diosas y pastores en voluptuosa complacencia…

Una obra que marca esta tendencia es el Embarque para Citerea, que no es sino una peregrinación del amor a la isla sagrada de Venus, trabajo de Jean-Antoine Watteau. La pintura, con una luz espesa y misteriosa, nos habla de fiesta, del goce del amor y de la comunión con el paisaje en una huída de la realidad, un juego que busca a la par la adoración a Venus y el goce íntimo de los sentidos.

Son numerosos los pintores que eligen el tema de la peregrinación para ambientar a sus clientes o clientas. No hacía falta peregrinar para tener en el palacio un retrato de peregrino, con bordón, sombrero y concha… aunque con hábitos más lujosos que los que tradicionalmente lucían los caminantes –a veces descalzos e incluso andrajosos- que se dirigían al extremo noroccidental de la Península Ibérica para pedir favores al Apóstol.

Aristócratas, con hábito de peregrino

Hasta la mismísima marquesa de Pompadour, cortesana amante de Luis XV, fue pintada como peregrina para el pintor Louis Vigée (1715 -1767).

Uno de los prototipos de la variante del retrato galante de peregrinos es el cuadro en el que aparecen Gustavo Adolfo, conde de Gotter, y su sobrina Friederike von Wangenheim, usando indumentaria de peregrinos. Antoine Pesne, pintor francés con taller en la corte prusiana, fue el autor de la obra.

Nacido en París, en 1683, Pesne estudió pintura en Italia y desarrolló una exitosa carrera en la corte de Prusia, en tiempos de Federico I y Federico II el Grande. Falleció en Berlín en 1757, después de dejar una amplia obra rococó, con temas alegóricos y mitológicos; e interesantes retratos.

En el cuadro del tío y sobrina, el hábito peregrinesco, no oculta la frivolidad y carnalidad de la pareja; él con aire de alegre seductor, y ella joven, provocadora y orgullosa de sus…conchas.

Jaime Ferreiro Alemparte, cita la obra  de Pesne en su trabajo Estudios histórico-legendarios de tema jacobeo en su vinculación con Alemania, publicado por la Junta de Galicia en 1999. En el mismo aparece una foto de este cuadro, pintado hacia 1750, y recogido en el palacio de Sanssouci, de Postdam.

Peregrinos de salón, en la obra de Antoine Pesne

Gustavo Adolfo, conde de Gotter, y su sobrina Friederike von Wangenheim, con indumentaria de peregrinos, de Antoine Pesne. Publicado en la obra de Jaime Ferreiro Estudios histórico-legendarios de tema jacobeo

Pintores, príncipes y grandes señoras

Hay en el museo de Villa Vauban, de Luxemburgo, una pintura que reproduce el tema de Pesne, atribuida a un pintor de la escuela de Alexis Grimou. Los tonos de esta son acusadamente menos etéreos que los de Pesne. Los rostros son menos agraciados y en general la pintura es más dura. El estilo que definió a Grimou estaba más cercano a Rembrandt que a Wateau.

Pareja de peregrinos, de pintor de la escuela de Aleix Grimou


Pareja con vestimenta de Peregrinos, trabajo atribuido a un discípulo de Alexis Grimou, en el museo de Villa Vauban, de Luxemburgo.
* Fuente Wikimedia Commons/

Fueron muy abundantes los retratistas que recurrieron en el siglo XVIII a vestir a sus personajes como peregrinos. Entre ellos cabe citar a también a Pierre Gobert  1662-1744) quien llegó a ser un pintor muy estimado en la corte de Luis XIV.

Entre los germánicos, cabe señalar a Johann Heinrich Tischbein el Viejo (1722-1789) uno de los grandes retratistas del XVIII y pintor de temas mitológicos e históricos… y también de peregrinos, como el príncipe Carlos de  Hesse-Kassel.

Tenemos, pues, en el siglo XVIII un tiempo de decadencia del flujo peregrino por los caminos de Europa, pero en el que los salones de la aristocracia aparecieron con inusitada frecuencia las conchas santiagueñas.

Paradojas…