Por José María García Alvarez

El Voto de Santiago, impuesto surgido a raíz de la “mítica” batalla de Clavijo, fue realmente una herramienta que dio alas a la también “mítica” fama de Santiago de Compostela.

Corría el año de 783 cuando Mauregato tomó posesión del trono del reino asturiano, jerarquía que debería haber sido ocupada por su hermanastro Alfonso, hijo legítimo del rey Alfonso I. Mauregato y sus seguidores mantenían fuertes discrepancias con Alfonso respecto a las alianzas con el emir andaluz y a la dependencia eclesiástica que el reino seguía manteniendo de Toledo; apoyándose en ellas lograron que las tropas musulmanas le ayudaran para proclamase rey de Asturias.

Clavijo en el origen del Voto de Santiago

Castillo de Clavijo, en la Rioja. El lugar es famoso por una mítica batalla, origen del tributo llamado Voto de Santiago. Imagen de Guiarte.com

Sin embargo, la leyenda dice que Mauregato tuvo que pagar un vergonzoso tributo por esta ayuda puntual y por la promesa de que su reino no fuera atacado.  El gravamen se materializó en el acuerdo conocido como El tributo de las cien doncellas. Por el mismo, los cristianos deberían enviar todos los años cien vírgenes a la corte andaluza del emir islámico. Serían 50 doncellas pertenecientes a la nobleza cristiana y otras 50 a la clase plebeya. Hoy todavía en algunas ciudades como León y Astorga se mantiene viva la leyenda sobre este tributo, en actos conmemorativos.

Años más tarde el rey Alfonso II se negó a pagar el tributo y, eclesiásticamente, se alejó de Toledo.

Una batalla mítica: Clavijo

Los cristianos fueron ampliando sus fronteras y los emires volvieron a acosarlos reanudando los enfrentamientos bélicos. Así, en el año 859 se produce un choque legendario: la llamada batalla de Clavijo. En la misma, la superioridad árabe auguraba un descalabro de las tropas cristianas mandadas por el rey Ordoño I. Cuando todo parecía perdido, los cristianos obtuvieron una importante y decisiva victoria para afianzar sus fronteras. La proeza se atribuyó a la milagrosa intervención del apóstol Santiago. Este, cabalgando sobre un caballo blanco al frente de las tropas, causó una masacre entre los sarracenos, según la leyenda.

Por aquella fabulosa acción se concedería un privilegio real en acción de gracias al apóstol Santiago.

La  batalla de Clavijo (que algunos fechan en años precedentes y atribuyen a Ramiro I) parece ser una «interpretación» de la toma de Albelda, en el entorno de Logroño. Sin embargo tal encuentro bélico ha sido decisivo en la historia de España; ha servido para afianzar la fe de victoria sobre los musulmanes, y esto se ha tomado como el verdadero inicio de la Reconquista.

Por otra parte, el mítico enfrentamiento encumbró la figura del apóstol Santiago y, sobre todo, contribuyó en buena medida a dar un rico futuro al sepulcro de Santiago, a la ciudad en la que se veneraba al Apóstol, y al propio Camino de Santiago.

Las rentas de la victoria

Dado que la victoria se había atribuido a la intervención del apóstol Santiago, los reyes acordaron compensárselo material y espiritualmente. Para lo primero instituyeron un impuesto en todo el reino a fin de agasajar a la ciudad en la que en hallaba su sepulcro, materializándo en el deán y cabildo de la iglesia del Señor Santiago de Galicia otro privilegio real fundado en el anterior que se instauró a mediados del siglo XII. Este impuesto tomó el nombre del Voto de Santiago y ha estado vigente hasta el año de 1834; es decir ha durando más de siete siglos en las primeras poblaciones reconquistadas y algo menos en las posteriores.

procesion con la imagen del apostol Santiago batalla de clavijo

Procesión en Clavijo, rememorando la mítica batalla, origen de la fama de Santiago como apóstol guerrero. Imagen de Guiarte.com

Cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, reafirmaron el Voto en gran parte de la Península y durante muchos años numerosas sentencias judiciales dieron por bueno su contenido. De manera que una supuesta donación real y, por lo tanto, laica, se justificó para instaurar una renta eclesiástica semejante a la conocida como Primicia.

Tanto la existencia como el valor de dicho impuesto, realizado y escriturado en la década de 1750, están rigurosamente documentados en el Catastro del Marqués de La Ensenada. Por eso es factible hacer un muestreo de todas las poblaciones donde se ha efectuado, que sólo excluyen a la antigua Corona de Aragón y a las diócesis de Burgos, Osma, Calahorra, Sigüenza y Palencia. Si bien, en algunos lugares se tributa una cantidad similar al arzobispado de Toledo; y en otros este tributo parece que se diluye entre muchas iglesias y presbíteros.

El Voto de Santiago y el Catastro de Ensenada

La información se recoge en las respuestas a la pregunta 15 del mencionado Catastro de Ensenada.  En ellas hemos comprobado que el impuesto sólo atañe a los frutos que da la tierra y que lo tienen que pagar los que los producen, es decir, los labradores o los senareros; los primeros como propietarios y los segundos como cultivadores de tierras concejiles o comunales de las que se aprovechan.

Por otra parte el impuesto es proporcional a la cantidad de los frutos obtenidos y los entregados por los labradores suelen ser el doble de los que pagan los senareros. El número de contribuyentes ha sido muy superior en el norte de España que en la parte sur. En el norte son más abundantes los propietarios y en el sur la mayoría de los pobladores son jornaleros que no pagan el impuesto. Así muchos pagan poco y pocos pagan mucho.

En cuanto al valor de este impuesto era muy similar al llamado “De Primicias” que recibía el mayordomo de la iglesia de cada lugar con objeto de sufragar los gastos de mantenimiento y reparación de la iglesia. Gracias a este impuesto y a las ayudas de las cofradías se pudieron levantar la mayoría de las iglesias de nuestros pueblos.

Las cuantías del impuesto

Su cuantía era de aproximadamente el 10% del producto cosechado. Concretamente, cada vecino o senarero de la comarca de la Cepeda, en León, entregaba un cuartal de centeno. Un cuartal de centeno se valoraba entonces en tres reales; el de trigo en 4 reales; el de linaza en 5 reales, y el montón de hierba en 5 reales. Asimismo hemos comprobado valores y fruto  similar en el resto de los pueblos de La Cepeda.

En Astorga por cada labrador que llega a recoger 18 cuartales de pan paga uno de centeno al Voto de Santiago a excepción de la parroquia de San Andrés que lo paga de trigo.  Por lo que se refiere a Sahagún, cada labrador paga 8 celemines de centeno si cosecha más de dos cargas y media y si no llega a cuatro cargas sólo 4 celemines. En Valencia de D. Juan cada labrador paga 3 celemines y el senarero sólo una y media; también en esta localidad se contribuye con vino, ya que el total de lo que aportan al Voto de Santiago es de 6 cargas de trigo y 25 cántaras de vino. En Gusendos los labradores pagan el tributo en cebada y los senareros sólo pagan la mitad.  En algunos lugares de Asturias cada vecino paga un celemín de pan y las viudas medio.

Estos valores no son comparativos puesto que las medidas de cuartales, cargas y celemines no son iguales en todas las comarcas

También se recoge en las respuestas del Catastro que algunos pueblos no saben ni porqué ni a quien pagan este impuesto.

Catastro Ensenada

Las recaudaciones por el Voto de Santiago están documentadas en el Catastro del Marqués de La Ensenada. Imagen de https://pares.mcu.es/

Una carga de difícil control

Con estos datos ya podemos suponer la dificultad que tendría el Arzobispado de Santiago para controlar no sólo el pago del contribuyente sino también de cada localidad. Y otra complicada cuestión que presentaba este impuesto tuvo que ver con la manera en que se recaudaban y almacenaban los frutos antes de venderlos a terceros y convertirlos en moneda de cambio.

Sabemos que los señores y los ricos labradores tenían una panera donde almacenaban las mercancías antes de consumirlas, venderles o distribuirlas; sin embargo, para nada aparecen en la provincia de León, ni en otras, las paneras relacionadas con el Voto de Santiago.

Por eso se constata la preferencia por los métodos indirectos, por vía de arrendamientos al mejor postor, sistema que a pesar de la pérdida del control sobre los contribuyentes, los frecuentes impagos y los abusos de los arrendatarios fue el más utilizado.

Es por esto por lo que la recaudación de este impuesto necesitó de una red de recaudadores locales en toda la geografía en la que se cobraban. Los cuales no recaudaban los frutos sino el importe monetario de su valor. Así lo hemos comprobado en las numerosas escrituras que han quedado en los archivos, lo que demuestra que los impagos y los picaros multiplicaron los litigios y la dedicación de juristas a la cobranza de este tributo.

Por otro lado, enviar tanto dinero en metálico y desde tan lejanos lugares también ocasionaba numerosos inconvenientes. En este sentido, en Ávila se especifica que el impuesto es de 9 celemines de centeno y cebada al Voto de Santiago; se cobra bien por el arrendador o por el colector que nombra la Santa Iglesia de Santiago.

La burocracia de la recaudación

En una escritura realizada en Astorga en el año de 1681, Domingo Dacartoya, residente en Astorga, en nombre y con el poder que tiene del señor D. Juan de Llanos arcediano de la dignidad y canónigo de la Santa y Apostólica Iglesia del Señor Santiago de Galicia, administrador general de todos sus votos y rentas de la iglesia arzobispal para cobrar las rentas y votos del señor Santiago, hacer conciertos, obligaciones y otras cosas pasaron ante el D. Manuel de Tudanca escribano del Rey en la ciudad de Valladolid.

Mediante dicho poder se dió en renta y arrendamiento a Diego López y Bartolomé Cordero vecinos de Sopeña y Carneros y residentes en esta ciudad de Astorga los Votos del señor Santiago que están debiendo los vecinos labradores y senareros de dichos lugares por los frutos de cinco años que cumplieron el pasado año de 1680 y se los arrienda por precio y cuantía de 389 reales en cada un año. Los dichos se obligan con sus personas y bienes muebles y raíces presentes y futuros a dar y pagar sin contradicción en los plazos señalados al deán y cabildo de la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia del señor Santiago, patrón de España, y donde D. Juan de Llanos indique.

arca del pendón de clavijo

Una antigua arqueta de época medieval guarda bajo tres llaves, en el ayuntamiento de Astorga, el llamado pendón de la batalla de Clavijo. Imagen de Guiarte.com

De  la misma manera hemos visto otros escritos semejantes relacionados con las deudas de los pueblos de San Justo, Brimeda, Hospital de Santa Catalina, Nistal, San Román, Bustos, Valdeviejas y otros en los que vecinos de dichos pueblos firman obligaciones parecidas para pagar los votos que adeudaban. Asimismo en el Bierzo y en otros lugares ciertas personas acuerdan y se comprometen a entregar a la iglesia arzobispal del señor Santiago ciertas cantidades de dinero en metálico que ellos se encargarán de cobrar a los contribuyentes del Voto de Santiago.

Una riqueza capital para Santiago de Compostela

La inmensa riqueza que suponía este impuesto tuvo una importancia capital para el  arzobispo y el cabildo compostelanos; y esta se se proyectó en la fábrica catedralicia, en el Hospital Real de Santiago y en el propio Camino de Santiago.

Aunque poca gente cree hoy en los milagros y prácticamente ninguna en la prodigiosa gesta de la batalla de Clavijo, sin el Voto de Santiago no sería tan portentosa La Catedral de Santiago ni tan insuperable la belleza de su pórtico de La Gloria. También podemos considerar como tercer milagro del Voto de Santiago la implantación, difusión e importancia del Camino de Santiago, además de su saludable longevidad.