Por Tomás Álvarez

En un territorio de notable belleza está la ciudad de Chambéry, por la que pasó Hermann Künig en su viaje hacia Compostela, cuando aquella población era capital de Saboya.

Por Chambéry -Chamberí en español- pasaron numerosos peregrinos a lo largo del tiempo. La ciudad está en un ámbito prealpino, cerca de Ginebra. Siempre fue un centro de comunicaciones por el que fluían viajeros que venían desde Suiza hacia el valle del Ródano, u otros que avanzaban desde el Borgoña y el centro/norte de Francia hacia Italia, o viceversa.

Los duques de Saboya, asentados allí, tenían fama de ser quienes controlaban el acceso a los Alpes; y esa situación otorgó a los mandatarios saboyanos una gran importancia en la antigüedad, cuando dominaban sobre amplios territorios de Italia, Suiza y la actual Francia.

Castillo de los duques de Saboya en Chambéry

Castillo de los duques de Saboya en la ciudad francesa de de Chambéry ©SavoieMontBlanc-Chabance

Capital de Saboya

La ciudad fue capital del Estado saboyano desde 1329 hasta el año 1562, cuando fue reemplazada por Turín.

Chambéry caería definitivamente en poder de los franceses en 1860, cuando Napoleón III y Víctor Manuel II sellaron una paz. En esta, el francés se haría con el territorio de Niza y Saboya; en tanto que Víctor Manuel consiguió el visto bueno para seguir adueñándose de territorios italianos.

Como centro viario, Chambéry fue cruzado por numerosos peregrinos. Hermann Künig, que denomina a la urbe como Schamereye (Chambéry), únicamente destaca la belleza de los espacios montuosos cercanos. De camino a Les Échelles, el monje advierte al viajero que esté atento a una sierra fascinante.

El viajero alemán había cruzado la actual Suiza, desde Constanza hasta Ginebra, para continuar por Chambéry hacia Valence, en el Ródano central; luego abandonaría el valle del gran río en Pont Saint Esprit, para seguir por las tierras del Languedoc hacia Toulouse y España.

No es extraña esta advertencia, porque la población, en la  región de Auvergne-Rhône-Alpes, se halla en un espacio de gran belleza, entre los macizos de Bauges y de la Chartreuse.

Urbe hermosa y monumental

Otro notable peregrino que pasó por allí en el siglo XVII fue Giacomo Antonio Naia; este dejó una amable descripción de la urbe hermosa y de altos palacios. Destacó también la abundancia de todo tipo de mercancías, y la  belleza de la fachada de columnas y mármol blanco de la pequeña catedral.

Por su descripción de la catedral, todo parece indicar que el peregrino italiano se estaba refiriendo en realidad a la iglesia perteneciente al palacio ducal.

Hoy Chambéry sigue siendo una ciudad agradable. La parte vieja, donde perviven numerosos edificios de la aristocracia de Saboya, está bien restaurada. En esa zona se halla el castillo, antigua residencia de los mandatarios saboyanos desde la Edad Media.

Chambéry: el Castillo

El Castillo es un conjunto de edificios de diversas épocas. Abarca varias torres y edificaciones en un plano irregular, en torno a un patio casi rectangular.

En ese plano, está la capilla; allí se albergaba el Santo Sudario, pieza que luego fue trasladada a Turín, cuando los mandatarios mudaron de sede capitalina.

La capilla ducal se conoce como Sainte Chapelle. Fue construida en el siglo XV por impulso de Amadeo VIII. En ella hay unas bellas vidrieras del siglo XVI, y una excelente techumbre. La fachada es del 1641, obra del turinés Amedeo de Castellamonte

La catedral fue en su origen una capilla franciscana del XV, renovada en los siglos siguientes. Con la creación de la diócesis, en el siglo XVIII, el edificio se constituyó en nueva sede episcopal.

la Fuente de los Elefantes

Tal vez el monumento popular sea la Fuente de los Elefantes. Es un memorial erigido en 1988 al general conde de Boigne. Este fue un personaje famoso en el siglo XIX, nacido en Chambéry.

Fuente de los Elefantes en Chambéry o Chamberí

Fuente de los Elefantes (les quatre sans culs) tal vez el monumento más popular de la ciudad francesa de de Chambéry o Chamberí. ©SavoieMontBlanc-Chabance

Benoît de Boigne hizo la carrera militar en Europa y reorganizó el ejército del Imperio Marata de la India. Vuelto a Europa, acabó sus días en su lugar de nacimiento haciendo una vida tranquila y filantrópica.

El monumento se compone de tres elementos. El central es una columna; en la base hay cuatro elefantes que arrojan el agua por sus trompas, y en la cima, a 17 metros de altura, la estatua del general conde de Boigne.

Un paraíso para Rousseau

Otro personaje famoso vinculado a la ciudad es el filósofo Jean Jacques Rousseau. En la ajetreada existencia del intelectual, uno de sus períodos más tranquilos fue el que tuvo en la casa de Les Charmettes, acogido por su protectora y amante, la baronesa de Warens.

Es allí donde durante cuatro o cinco años yo disfruté de un siglo de vida y de una felicidad pura y plena, escribió el filósofo.

En sus Confesiones, Rousseau describió con exaltación aquel periodo de su vida en Chambery: la felicidad me acompañaba siempre: no estaba en nada en especial, estaba dentro de mí mismo, no me abandonaba ni un solo instante. Pero el idilio llegó a su fin cuando el joven filósofo abandonó Les Charmettes para no compartir a con otro amante las caricias de la baronesa.