Uno de los grandes personajes medievales ligados al Camino de Santiago fue Guido de Borgoña, quien desempeñó la máxima autoridad de la Iglesia de Roma, con el nombre de Calixto II, entre 1119 y 1124.

Por Tomás Alvarez

Calixto II, vinculado familiarmente a la monarquía leonesa, fue un gran impulsor del poder de la Iglesia de Compostela. Merced a la colaboración conjunta de este papa y del obispo Diego Gelmírez, Santiago y la peregrinación jacobea conocieron en el siglo XII un florecimiento espectacular y una inusual proyección internacional.

Hoy, sin duda, el nombre de Calixto II está férreamente ligado a la literatura santiagueña, pues no en vano se conoce como Códice Calixtino o Código Calixtino a una compilación de textos elaborados en el siglo XII, relativos al Apóstol Santiago; enfocados especialmente a su culto, y conservados en la catedral compostelana.

el papa calixto escribiendo el códice

Composición con el primer folio del Códice, en cuya capitular (la C de Calixtus) aparece la imagen del papa Calixto II, y fragmento de un grabado relativo al edificio de la abadía de Cluny. elcaminodekünig.com

Liber Sancti Iacobi y Código Calixtino

En distintas bibliotecas e instituciones internacionales existen otros manuscritos con compilaciones similares de textos; compendio que se conoce internacionalmente como Liber Sancti Iacobi. La denominación de Calixtino es moderna y se le otorga sólamente al ejemplar compostelano. En realidad, en el inicio del propio conjunto compostelano, justamente antes de la carta del “Santo Papa Calixto”,  el  documento aparece denominado como “Jacobus”.

El motivo de la actual denominación como «Calixtino», radica en que se atribuye su autoría al papa Calixto II; atribución incorrecta, como se puede comprobar ya en el primer párrafo de la carta-prólogo, del Códice. En dicha “carta”, el pretendido autor explica las vicisitudes que vivió desde niño, para recopilar y conservar esta documentación dedicada a Santiago. La misiva está dirigida al arzobispo de Compostela Diego Gelmírez y al patriarca de Jerusalén, Guillermo de Mesina. La primera incoherencia radica en que Calixto II falleció en 1924…. Y Guillermo de Mesina no fue patriarca jerosolimitano hasta seis años después de la muerte del propio papa, con lo que las fechas desmienten la autoría.

Guido o Guy de Borgoña.

Nacido hacia 1060, Guido de Borgoña era hijo de Guillermo I de Borgoña y hermano de Raimundo de Borgoña, esposo de Urraca la hija primogénita del rey Alfonso VI de León y de doña Constanza de Borgoña.

De su carrera eclesiástica destaca su paso por el arzobispado de Vienne y un breve pero intenso papado en el que consolidó la reforma iniciada en el siglo precedente por Gregorio VII; terminó con el cisma derivado del conflicto de las Investiduras; reocupó la sede papal de Roma; impulsó a la orden cisterciense, y al Camino de Santiago, y muy concretamente a la iglesia compostelana.

Tío de Alfonso VII de León, el despliegue del poderío de este rey leonés, coronado emperador en la catedral de León, y con influencia por los reinos cristianos hispanos y buena parte del sur francés, hasta el valle del Ródano, se cimentó en las amplias relaciones familiares de la monarquñia leonesa y en el apoyo que desde niño le prestó el propio papa. El propio Guido de Borgoña parece que acudió a León tras la muerte de su hermano Raimundo, en el año 1007, para apoyar los derechos de su sobrino, huerfano desde los dos años de edad.

El papa Calixto

La llegada de Guido de Borgoña a la cúspide de la iglesia católica fue un tanto inesperada y «atípica» en lo referido al sistema de elección papal.

La iglesia estaba con graves problemas de dirección desde décadas atrás, por el conflicto entre el papado y el imperio (la disputa de las investiduras). En 1919 se hallaba al frente del papado Gelasio II; pero este fue expulsado de la Ciudad Eterna por las tropas imperiales, que pusieron allí un “antipapa”, al arzobispo de Braga Maurice Bourdin, quien tomó el nombre de Gregorio VIII . Gelasio II tuvo que huir hacia Francia y en el camino cayó enfermo, falleciendo en la abadía del Cluny.

El papa calixto con el antipapa Gregorio VIII

El antipapa Gregorio VIII, ante el papa Calixto II, según la Crónica de Núremberg, de Hartman Schedel, en su versión latina. Libro impreso en 1493, es uno de los más valioso incunables, por su calidad e ilustraciones.

A la muerte de Gelasio II, en la propia abadía cluniacense se procedió a la elección de un nuevo Sumo Pontífice, cargo que recayó en Guido de Borgoña. Este sería coronado poco más tarde como papa en Vienne.

Entre su acciones primeras, el nuevo papa convocó un concilio en Reims en el que excomulgó al emperador y al antipapa; con el apoyo normando, regresó a Roma, apresando y expulsando a Gregorio VIII; aprovechando su voluntad y capacidad negociadora inició tratos con el emperador Enrique V, llegándose en 1022 a la firma de un concordato que zanjó la disputa de las investiduras, en el concordato de Worms.

Primer concilio ecuménico

Al año siguiente, Calixto II convocó el primer Concilio de Letrán, considerado como el primero de los ecuménicos. Al mismo asistieron prácticamente 300 obispos y 600 abades. En él se sancionaron los acuerdos de Worms y se decretaron disposiciones contra la simonía y las injerencias de los laicos en temas de la iglesia.

Como hermano de Raimundo de Borgoña, Calixto tuvo un gran contacto con los asuntos del reino de León y de Galicia en concreto. Urraca, la esposa de Raimundo, fue encargada muy pronto por Alfonso VI de gestionar el gobierno de Galicia, y el hábil y ambicioso Diego Gelmírez cercano al matrimonio gobernante, supo utilizar sus contactos con Guido de Borgoña para engrandecer su sede.

Nombrado papa, Calixto II dispuso mediante la bula Omnipotentis dispositione del 27 de febrero de 1120, promover la sede compostelana al rango de archidiócesis. Se ha escrito que algún tiempo más tarde acordó conceder a Compostela el primer jubileo (Año Santo Compostelano), aunque este tema no se considera rigurosamente documentado.

Fricciones entre arzobispados hispanos

La “recalificación” de la diócesis de Santiago se hizo a costa de las sedes de Braga (Portugal) y Mérida. Precisamente el menosprecio a la iglesia de Braga tendría graves consecuencias políticas años más tarde.

Cuando Alfonso IV colocó al frente de Galicia a su hija Urraca; hizo una medida similar con otra hija, Teresa Alfonsez de León, casada con Enrique de Borgoña, a la que situó al frente del Condado Portucalense.

Entre los agravios sufridos en ese tiempo por el condado Portucalense uno no menor fue el del plano religioso. Braga era la archidiócesis de la que dependía Santiago, hasta que en esta época se invirtieron los términos. Pero no solo ocurrió tal afrenta. Hacia el año 1002 tuvo lugar en dicha ciudad el llamado “Pio latrocinio”, asalto perpetrado a la sede de Braga por Diego Gelmírez, que se saldó con el robo de las reliquias de san Fructuoso, san Cucufate, san Silvestre y santa Susana. Todo ello causó conmoción en el territorio portucalense y motivó una fuerte oposición que llegó incluso a la Santa Sede.

Capilla de las reliquias, en la catedral de Braga

Sala de relicarios de la catedral de Braga, Portugal. El obispo compostelano Diego Gelmírez, robó parte importante del rico relicario de la ciudad en el siglo XII. Fotografía de Tomás Álvarez.

Otras reliquias de Santiago

Tras el robo de las reliquias de Braga por Diego Gelmírez, otro curioso capítulo similar tuvo lugar en Jerusalén, causando un inesperado problema a la iglesia de Santiago de Compostela.

El protagonista de la historia fue el ya citado Maurice Bourdin, monje de Cluny que sería más tarde obispo de Coímbra y arzobispo de Braga. Individuo de acusada personalidad, se enfrentaría al poder de Toledo y de Santiago, y acabaría siendo un peón del Enrique V en la lucha por el control del papado. En 1118 ocupó la sede de Roma con el nombre de Gregorio VIII, expulsando a Gelasio II.

Como obispo de la cercana ciudad de Coímbra, Bourdin tomó nota del latrocinio de Gelmírez y realizó otro aún más ambicioso, durante un viaje a Tierra Santa. Allí robó la cabeza del apóstol Santiago, venerada en una iglesia de Jerusalén. Decubierta la acción, el obispo no devolvió la reliquia, argumentando que la cabeza debía estar con el resto del cuerpo del santo.

Ya en tierras hispanas, el obispo dejó esta reliquia temporalmente en el monasterio de San Zoilo, en Carrión de los Condes. Enterada de ello, la reina Urraca la trasladó a la colegiata de San Isidoro de León, para llevarla luego a Compostela.

El «regalo» de la reina Urraca planteó un problema a Santiago de Compostela. Desde siglos atrás se había dicho que el cuerpo de Santiago el Mayor había sido trasladado allí; mas con la reliquia recién llegada de Jerusalén se creó una contradición: La catedral albergaba dos cabezas del mismo santo. El problema se zanjó rápido, declarando que la reliquia recién llegada era de Santiago el Menor.

Un binomio clave

El papa Calixto fallecería en Roma en diciembre de 1124 y fue enterrado en la basílica de San Juan de Letrán. Dieciseis años más tarde se produjo el fallecimiento de Diego Gelmírez.

Se puede afirmar que este binomio Calixto II – Diego Gelmirez fue clave en la historia de Compostela. Gelmírez, estratega astuto, supo aprovecharse de sus contactos con Calixto II para dar un gran impulso a la presencia internacional de la sede. Ese aprovechamiento no sólo sirvió para “recalificarla”, sino para crear un “corpus” propagandístico en el que se utilizó sin rubor el nombre y el prestigio del propio papa Calixto II.