San Gimigniano

La plaza de la Cisterna, en San Gimignano, Italia; una de las localidades de gran atractivo de la Vía Francígena, en el listado del Patrimonio de la UNESCO. Imagen de Tomás Alvarez/Guiarte.com

Por Tomás Alvarez

En 1994, el Consejo de Europa concedió el titulo de Itinerario Cultural Europeo a la Vía Francígena, una de las grandes rutas europeas de peregrinación.

La primera vez que el Consejo concedió tal título a una ruta fue en 1978. Entonces se lo dio al Camino de Santiago, decisión que refrendó el valor universal de la peregrinación a Compostela.

En dos puntos se cruzan las rutas Francígena y la de Künig:  en Lausana (Suiza), en el itinerario de ida a Santiago -Oberstrasse o Camino Alto- y en Arras (Francia), en  la vuelta hacia Alemania -Niederstrasse o Camino Bajo-.

Rutas con milenios de historia

Desde la Prehistoria, los movimientos humanos han seguido reiteradamente grandes rutas, algo que se puede detectar por los hallazgos arqueológicos, las creaciones de arte y cultura, y hasta por aspectos étnicos y biológicos.

Ya en los tiempos históricos conocemos los movimientos de los ejércitos, los evangelizadores o los mercaderes, que una y otra vez avanzaron hacia otros países siguiendo vías fluviales, determinados valles y pasos de montaña.

El Camino Francés, por ejemplo, es básicamente una ruta que podemos rastrear ya en tiempos romanos. La vía romana de Burdigala(Burdeos) a Asturica Augusta(Astorga) coincide prácticamente con aquel.

Con la Vía Francígena que une Canterbury, centro de peregrinación y la sede arzobispal primada de Inglaterra, y Roma, ocurre algo parecido; como se comprueba revisando la cartografía de las rutas romanas por Francia e Italia.

Cupula de San Pedro

Roma: la cúpula de San Pedro, vista desde el castillo de Sant´Angelo. Imagen de Jose Manuel Fernández Miranda/Guiarte.com

El Itinerario de Sigerico

Al igual que ocurre con el Camino Francés, la Vía Francígena denominada también Itinerario de Sigerico, está íntimamente relacionada con un evento medieval.

Si en el caso de Santiago el arranque está en el hallazgo de la tumba del Apóstol, en el de la Vía Francígena, se relaciona con el relato de un viaje del que fue arzobispo de Canterbury Sigerico el Serio.

En mandatario eclesiástico inglés acudió a la Ciudad Eterna para recibir su “palio”, símbolo de su cargo, de manos del Papa.

De aquel viaje, Sigerico hizo la crónica del regreso, en 80 etapas, en las que recorrió algo más de 1700 kilómetros.

Aquella vía que cruzaba buena parte de Europa era el camino seguido por las gentes provenientes de la Gran Bretaña, Flandes o los Países Bajos para peregrinar a Roma.

mapa via francígena

Ilustración sobre el recorrido de la Vía Francígena, de la web de la Confraternity of Pilgrims to Rome

Se conocía en la Edad Media como Vía Francígena o Francesca la que desde Roma avanzaba hasta el Piamonte, para enlazar la Ciudad Eterna con Francia, aunque la denominación actual de Vía Francígena incluye a todo el trayecto desde Roma a Canterbury.

Más de dos mil kilómetros y cuatro países

En la actualidad el recorrido total del Iitinerario es de 2.044 kilómetros, pues las nuevas infraestructuras en realidad han complicado la ruta medieval.

El viajero habrá de pasar por cuatro países, en un trayecto que se distribuye en 86 etapas, con una media de 24 kilómetros por etapa.

Aquel que desee hacer el trayecto debe disponer, pues, tres meses libres para tal empresa.

En la ruta hay un punto crucial, el paso del Gran San Bernardo, puerto de montaña entre Italia y Suiza, cerrado buena parte del año porque se halla a unos 2.500 metros de altitud.

Un paso legendario

El paso es legendario. En el propio Códice Calixtino se cita, al mencionar los tres centros más memorables del orbe por su ayuda al caminante: los hospitales de Somport, Jerusalén y Mon Joux (Gran San Bernardo).

La denominación de Mon-Joux se debe a que en aquel punto en tiempos romanos hubo un templo dedicado a Júpiter (Mons Jovis). Allí en el siglo XI llegó el monje Bernardo de Menthon, quien fundó la Orden Hospitalaria de Mont Joux.

Para ayudar a los peregrinos, en aquel difícil paso, los canónigos de la Orden contaban con los famosos perros alpinos que ahora son el emblema canino de Suiza.

La dificultad del paso ha quedado recogida en la literatura y en el arte. El  famoso retrato de Napoleón cruzando el puerto, óleo de Jacques-Louis David nos lo recuerda.

Las etapas del largo viaje

En concreto, en Inglaterra se hace sólo una etapa; en Francia, 30; en Suiza, 11, y en Italia 44 etapas

En Inglaterra se recorre el trayecto de Canterbury a Dover.

En teoría, esta etapa correspondería al recorrido de Sigerico para alcanzar el mar con el fin de pasar por barco al continente en su viaje hacia la sede papal.

En el continente se empieza en Calais, para seguir a Arrás y la región de Picardía.

Seguidamente se avanza hacia Reims, en la Champaña, para descender hacia Besançon, en el Franco Condado.

Tras pasar los montes del Jura se penetra en Suiza por el entorno del lago Neuchâtel, desde donde se alcanza Lausana, en el lago Lemán.

Desde Lausana se bordea el lago, por el oriente, para alcanzar el paso alpino del Gran San Bernardo, por el que se penetra hacia Italia.

Perros en el paso del Gran San Bernardo

Dos perros de San Bernardo, a la vera del lago del Gran San Bernardo, en el mítico paso de montaña entre Suiza e Italia. Imagen de Sergio Carbonell https://www.vacacionesporeuropa.com/.

Luego se desciende al valle de Aosta, para continuar hacia Vercelli, Plasencia y Pavía.

Tras abandonar la cuenca del Po, se superan los Apeninos por el paso de la Cisa, de 1040 metros de altitud.

Finalmente se avanza hacia el sur, pasando por Lucca, Siena, Viterbo, hasta alcanzar Roma.

Atractivos de historia, arte, paisaje… y gastronomía

El itinerario está cuajado de atractivos, lugares de gran interés para el arte y la religión, muchos de ellos Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

torre municipal de Arrás

El beffroi (campanario municipal) de Arrás, incluído en el listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Imagen de https://www.arras.fr/

También se superan pasos geográficos como los Alpes, Jura y Apeninos; se cruza por parques naturales y grandes ríos, se bordean lagos y otros enclaves de notable belleza.

Un reto para gozar del arte, del paisaje… y hasta la variada gastronomía de los muchos territorios cruzados en el viaje.