Friburgo vista general

Friburgo, enmarcado por la corriente del Sarine. Al fondo, la torre que encantó a Künig. Imagen de Tomás Alvarez.

Por Tomás Alvarez

La ciudad de Friburgo es una de las poblaciones suizas que llamó la atención de Hermann Künig, cuando este la visitó, en el siglo XV.

Para los viajeros modernos, Friburgo sigue siendo una de las más bellas de Suiza, empezando por su propio emplazamiento, en una terraza delimitada por un meandro del rio Sarine; cauce que también es frontera lingüística.

Al oeste del Sarine, se habla francés y hacia el este alemán; de modo que la población es bilingüe, aunque mayoritariamente francófona.

Künig en Friburgo

En el sintético texto de la guía de Künig dice de la ciudad: “tiene una localización extraordinaria y posee una hermosa torre

El monje alemán, penetró con toda seguridad por la puerta que lleva el nombre de Berna, ciudad de la que procedía. Desde allí avanzaría hasta el puente del mismo nombre (Berna) sobre el Sarine. El bello puente es original del siglo XIII.

Desde antes de la llegada a la ciudad, el monje pudo contemplar el magnífico aspecto de las murallas y el centro urbano, dominando el valle.

Pero lo que más le impresionó fue la contemplación de la torre del templo catedralicio, de 76 metros de altura; obra rematada unos años antes de su paso por la urbe.

Esta torre fue un hito en la arquitectura de su tiempo. En el austero texto del monje – siempre poco propicio a los detalles arquitectónicos- se detecta la admiración.

Una ciudad gótica

No lejos del Puente de Berna, a unos 200 metros, se halla otro de la misma época, el de Milieu. Desde este, la vista es formidable, con el caserío arracimado en torno a la torre y elevado sobre el cortado del Sarine.

Puerta y Puente de Berna, en Friburgo

Friburgo. A la izquierda se ve la Puerta de Berna; y al fondo, sobre el río Sarine, el puente de Berna. Imagen de Tomás Alvarez.

En esta parte baja de la ciudad está la plaza Petit Saint Jean, donde se hallaba antaño el centro de la orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Si el viajero avanza desde ella por la calle Samaritaine hacia la parte alta, irá comprobando el gran número de edificaciones del periodo gótico que aún existen en esta bella urbe.

No menos admiración le causarían las extraordinarias fuentes de la ciudad,

Friburgo, poder católico

Cuando Lausana cayó bajo el control de la Reforma, el núcleo católico más importante de Suiza occidental fue el de Friburgo, por ello la ciudad quedó como obispado católico.

Cuenta Friburgo con numerosos vestigios del poderío episcopal. Una de sus manifestaciones en la propia Universidad Católica, de enseñanza plurilingüe y prestigio internacional.

En la parte alta, destaca la catedral de San Nicolás. En ella se detecta el interés de este lugar como etapa jacobea. En la misma entrada hay puesta una mesa con el sello para que los peregrinos marquen su paso por la urbe.

En el interior del templo gótico hay obra de distintas épocas, destacando la sillería, un Santo Entierro y la pila Bautismal, todas obras del siglo XV.

Dominio de los Zäringhen

Fundada en el siglo XII por Bertoldo de Zäringhen, Friburgo pasó más tarde a poder de los Habsburgo, y luego al control de Saboya.

Cuando Künig visitó la ciudad, hacía escaso tiempo –poco más de una década- que había sido admitida en la Confederación Helvética.

Hoy, con unos 40.000 habitantes, es una urbe sumamente agradable, con delicioso sabor medieval, y un emplazamiento fascinante.