El peregrino Norman Sinclair realiza un nuevo recorrido con rosas por los caminos de peregrinación; plantando las flores por el noroeste hispano.

Por Tomás Alvarez

Hace unos cuatro años, en una visita a Valencia, a Norman Sinclair le regalaron unos plantones de rosas de la variedad Castell d’Alaquás… Desde Valencia, Norman emprendió camino hacia Santiago de Compostela y se detuvo en Turégano (Segovia) donde dejó plantadas sus flores… Fue el primer episodio de una “siembra” que ya tiene mucha historia.

Norman Sinclair planta sus rosas peregrinas en el monasterio de Villoria, León

Con rosas por los caminos. El peregrino Norman Sinclair (de pie, con la pala) y Severino Fuertes, miembros de la A. de Amigos del Camino de Künig, plantando rosas en el monasterio premostratense de la Asunción, en Villoria(León)

Desde entonces, este médico jubilado de origen venezolano, que sigue activo al frente de una floristería cerca de Munster, en Westfalia, Alemania, aprovecha los tiempos de descanso para conocer caminos… y plantar rosas. Ahora ya tiene más de 400 plantadas por tierras de Alemania y España.

Por la ribera del Órbigo

Este jueves, 31 de agosto, el veterano viajero florista y santiagueño, ha estado poniendo rosas en centros monacales leoneses: en el monasterio premostratense de la Asunción de Villoria y el monasterio de Santa María de Carrizo, un centro de monjas cistercienses.

Norman tiene gran afecto las tierras de León. En la primavera pasada, sembró de rosas el camino de Künig, por Santa Marina del Rey, Benavides de Órbigo, Celadilla, Villamejil, Donillas y ante la ermita del despoblado de Cerezal de Tremor. Y ahora ha continuado por la ribera del Órbigo.

Desde León, Noman seguirá por el territorio que recorrió Künig en la provincia de Lugo, donde se reunirá con Jesús Manuel Núñez y Javier Gómez Vila, impulsores de la recuperación de esta vía histórica lucense; para alcanzar luego Santiago y retornar hacia el este, pasando por Orense, donde acudirá al monasterio de Oseira.

Fotografía de la plantación en el monasterio cisterciense de Carrizo de la Ribera. En el centro de la imagen Norman Sinclair

Fotografía de la plantación en el monasterio cisterciense de Carrizo de la Ribera. En el centro de la imagen el peregrino Norman Sinclair, a quien ayudaron en su “siembra de rosas” Apolinar Fernández y Olegario Ferrero.

Con rosas por los caminos

El viajero se muestra orgulloso de llevar a los centros religiosos sus rosas, a las que denomina “rosas peregrinas”. “ Ya he puesto –dice orgulloso- seis rosas en el monasterio de San Zoilo, en Carrión de los Condes; en el de Samos; en los mercedarios de Sarria; en los capuchinos de Santiago, y en los de San Francisco y las carvajalas de León…

..Pero su grupo más notable – 75 plantas- es el que ahora crece en el Monte del Gozo, junto a Santiago de Compostela.

Arnau García Ferrer, hijo de la bióloga que creó esta variedad y gerente de una empresa puntera a nivel mundial en la creación de rosas, señala que esta planta es ideal para el Camino, al destacar por su color vivo; florecer casi todo el año, y ser muy resistente.

A su edad -72 años- el viajero tiene un andar lento y una forma de dialogar serena, pausada. Frecuentemente, en sus gestos, en sus palabras, se detecta un mensaje de sosiego y fraternidad.

rosa peregrina castell d´ Álacuás

Norman Sinclair planta esta flor de un color vivo y forma que recuerda a la rosa silvestre. Es una variedad creada por Matilde Ferrer, denominada Castell d´Alacuás, pero que el viajero rebautizó como rosa peregrina

El hermano peregrino

Esa forma de ser –explica- tiene relación con su propia vida: «vine de joven desde Venezuela a Westfalia; con ganas de estudiar y los bolsillos casi vacíos. Me acogieron fraternalmente en un centro franciscano en Westafalia, y aquel periodo resultó decisivo en la formación de mi personalidad», explica.

El “hermano peregrino” – Noman utiliza, como Künig, la palabra hermano en su relación con las gentes de la peregrinación- señala que con las rosas no está trazando una ruta, como hiciera antaño Elías Valiña, con la pintura amarilla a lo largo del Camino  Francés, sino sembrando un símbolo de fraternidad y convivencia entre los pueblos.

Es una idea con la que coincide tambien el P. Rodrigo, del monsterio de Villoria, quien le comenta a Norman: «la comunidad agradece su visita y la plantación de las rosas peregrinas; que sean de gran ayuda para visualizar el Camino y nos ayuden a estar en oración y comunión con todos los peregrinos».

«Yo planto rosas… y mi deseo -dice Norman- sería que de estas rosas se hicieran planteles que multipliquen la presencia de nuestra rosa peregrina por los caminos y centros de peregrinación». Así lo han entendido ya en algunos monasterios y lugares, como en Celadilla del Páramo, donde hay medio centenar de familias que cuidan macetas de «rosa peregrina», con vistas a plantarla en nuevos lugares en fechas próximas.