Por Tomás Alvarez
Uzès, en las proximidades de Nimes, fue una ciudad de relevancia para la Guía de Hermann Künig. El monje pasó por allí en el final del siglo XV, cuando era una importante población episcopal.
Dice el texto del monje alemán que pasada la población de Vallabrix, de camino a Nimes, hallará la ciudad…
“llamada Lucetia (Uzès).
Allí, hay un obispo.
No olvides tampoco visitar el hospital.
Te doy además el buen consejo
de abastecerte de vino y pan.
También tendrás que intentar
hacerte reparar allí tus zapatos.
La población, en el departamento de Gard, se ubica a unos 40 kilómetros al oeste de Aviñón y a algo más de 20 al nordeste de Nimes.
Uzès y su larga historia
Uzès tiene una larga historia. En la Guía de Künig, el monje afirma que su nombre es Lucetia, lo que tiene una base histórica. Antes de la ocupación romana, ya existía allí una población denominada Ucetia.
Al nordeste de la ciudad existe una importante surgencia de agua que fue aprovechada por los romanos para el suministro a Nimes mediante el gran acueducto al que pertenece el gigantesco Pont du Gard. La conducción funcionó desde el siglo I al VI de nuestra era.
El Pont du Gard es un monumento de una calidad extraordinaria; incluido en el listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Tiene tres niveles de arcadas y alcanza una altura de 50 metros por 275 de longitud. Es el tramo del acueducto que salva el valle del río Gardon.
Desde el final de la época romana hasta la Revolución Francesa, la urbe fue sede episcopal, pero su patrimonio religioso sufrió serios daños en las guerras de Religión. Pese a todo, la población conserva gran sabor histórico y numerosos edificios inventariados por su arte o historia; son construcciones tanto medievales como del Renacimiento y épocas posteriores.
Un patrimonio interesante
La catedral es originaria del siglo XI; sufrió graves daños en el conflicto de los Albigenses, y prácticamente se demolió el edificio románico durante las guerras de Religión. Únicamente subsistió el airoso campanario, que aún sigue dominando el perfil urbano.
Este bello templo, dedicado a Saint Teodorit, ocupa el solar de un templo romano. Tras la destrucción sufrida en el 1621, fue reconstruído en el siglo XVII. La fachada es del XIX.
El campanario de la catedral, la tour Fenestrelle, es realmente espectacular. Tiene una altura de 42 metros y es románico, aunque retocado en el siglo XVIII. Su forma nos recuerda a la propia torre de Pisa, por su plano redondo y la abundancia de vanos en todas las alturas. Es el único ejemplo francés de campanario redondo.
Otra iglesia importante es la de Saint Etienne. Ocupa el espacio de otra destruida en las guerras del Religión; es un edificio barroco, del XVIII, que destaca por su fachada curvilínea. La gran torre cuadrada es lo único que resta del templo precedente, originario del siglo XIII.
En el plano civil, destacan el complejo del palacio Ducal y las tres torres feudales medievales.
La ciudad, de unos 8000 habitantes, tiene una activa vida económica, con abundancia de industria alimentaria, y comercial; ello no es obstáculo para que posea un aire apacible y un casco histórico respetuoso con el pasado.
El peregrino y el cuidado del calzado
En la época en que pasó Künig por la pequeña urbe, esta debió de tener actividad en materia de zapatería; de hecho el monje recomienda revisar allí el calzado.
La preocupación de Künig era esencial en el peregrino en la antigüedad. Un viaje a Santiago podía incluso durar varios años, y en ese ir y venir se acababan rompiendo varios pares de zapatos; a no ser que el viajero fuese un rico dignatario y viajase a caballo.
En la literatura odepórica se constata la preocupación del peregrino por el calzado. En el caso de Künig, no sólo sugiere que Uzés es un buen lugar para reparar el calzado, sino que ya cerca de España, en la Baja Navarra, entre Saint Palais y Saint Jean Pied de Port, recomienda otro lugar para repararlo…
Hoy, tal vez al viajero le interese más que arreglar los zapatos saber que en el lugar está la famosa fábrica de dulces y golosinas Haribo; esta, además, tiene abierto un museo del Bombón: le musée-du-bonbon-haribo.
Respecto al consejo de Künig a los peregrinos, relativo a la necesidad de aprovisionarse de vino y pan, también hay una explicación. En el trayecto hasta Nimes, había un largo trecho pedregoso, con cuestas y solitario. Llevar bien provisto el zurrón era una ayuda esencial para estos tramos.
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