Plaza de la Bolsa, en Burdeos

Plaza de la Bolsa, en Burdeos, lugar Patrimonio Mundial de la UNESCO. Imagen de Nicolas Duffaure/Tourisme de Bordeaux.

Por Tomás Alvarez

Burdeos es una de las mayores urbes francesas y siempre ha tenido notable importancia en la peregrinación. Künig la visitó en el camino de retorno hacia Alemania, vía Aquisgrán.

Aunque cuenta con una población de un cuarto de millón de habitantes, es cabeza de una conurbación poblada por un millón de personas, y posee fama mundial por la calidad de sus viñedos.

Desde 2007 la ciudad entró en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y eso ha dado aún mayor fama a su centro histórico, situado a la orilla sur del río Garona.

El Garona en su tramo final, es un rio anchuroso, lo que facilitó que la ciudad contara con un puerto muy activo desde épocas remotas.

Para los peregrinos a Compostela esta siempre fue una ciudad de notabilísima importancia, tanto por su situación geográfica como por ser un enclave estratégico en el que recibieron tradicionalmente buena atención.

Ciudad hospitalaria

Estas circunstancias se advierten en la guía de Künig. En dicha guía indica al viajero que allí podrá “pedir limosnas si hace falta. En la ciudad dan vino y pan de buen grado”.

El peregrino alemán, pasó por esta  ciudad, capital de la Aquitania, en su regreso hacia Alemania, un retorno que discurrió por un trayecto distinto del viaje de ida.

Recomienda Künig al peregrino, asimismo, que economice sus finanzas porque ha de pagar mucho por el cruce del estuario del Garona, en una embarcación que le llevará a Blaye, que se sitúa a siete leguas más al norte.

El peregrino que desde Alemania o los Países Bajos avanzaba por París y Tours hacia Compostela (la Vía Turonense) solía alcanzar la orilla del Garona en Blaye, desde donde emprendía viaje a Burdeos por barco.

El Páramo de las Landas

Luego en Burdeos debía aprovisionarse bien para el paso de las Landas, un territorio desolado y cansino para el viajero, que encontraba en el recorrido más tábanos que atenciones.

El propio Künig reconoce la dificultad de esta parte del recorrido, que él llama “el páramo de Bardewesch (Burdeos)”.

También llegaban por mar a Burdeos numerosos peregrinos que procedían de las Islas Británicas o de Normandía y la Bretaña francesa, y que continuaban luego por  tierra hacia España.

Vista general de Burdeos

Burdeos, desde la torre Pey-Berland, con el Garona y la Basílica de Saint Michel. Atout France/Gilles Lansard

En Burdeos brilla una arquitectura medieval importante, de la que cabe destacar la catedral, románica en origen, pero prácticamente rehecha en tiempos del gótico.

Otros edificios importantes son la basílica de Saint Michel, del gótico final y con una espectacular torre, y la de San Severino, de gran importancia jacobea en la Edad Media, uno de los puntos en los que se dice que estuvo la  «trompa» que hizo sonar el héroe Roldán, en la jornada de su derrota.

Al lado de lo más antiguo, destacan valiosos conjuntos urbanísticos del siglo XVIII que hacen de la población un ejemplo notable de arquitectura neoclásica, tal como estimó la UNESCO cuando la incluyó como Patrimonio Mundial.

Urbe de origen romano

La ciudad, era un importante núcleo romano en su origen. De hecho, la ruta de Burdigala (Burdeos) a Asturica Augusta (Astorga) es prácticamente el núcleo del itinerario santiagueño actual.

Estuvo en la Edad Media bajo dominio inglés y sólo en el siglo XV cayó Burdeos bajo la soberanía de Francia.

Para los amantes del arte, la ciudad tiene otra vinculación importante. Es la urbe a la que se exilió el pintor Goya, tras huir de Madrid por la represión de los absolutistas. Allí murió este artista en 1828.

Saint Emilio y sus viñedos

Saint Emilion, en las afueras de Burdeos, con viñedos famosos desde tiempos romanos. Imagen de Vincent Bengold / Tourisme de Bordeaux

Desde hace muchos siglos, los viñedos de Burdeos están entre los más famosos del mundo, de modo que viajeros –peregrinos o no- han dejado constancia de los vinos del lugar.

Entre las crónicas que nos hablan de los viñedos de Burdeos está la de otro peregrino famoso, Guillaume Manier, quien dejó escrito un diario de viajes: “Voyage d’Espangne”.

Manier, joven sastre de Picardía, viajó en el siglo XVIII con otros muchachos, y a su paso por Burdeos detuvieron el viaje para sacar unos dineros ejerciendo como recolectores de uva.