Túnes de San Adrián

Túnel de San Adrián, en una estampa de Braun, Georg (1541-1622). [Civitates orbis terrarum]. La obra original reproducida de los fondos bibliográficos de la Bizkaiko Foru Liburutegia/Biblioteca Foral de Bizkaia y propiedad de la misma.

Por Tomás Álvarez

Uno de los puntos míticos del Camino de Santiago es el túnel de San Adrián, el Porten Berge que cita Hermann Künig von Vach en su obra, la primera guía moderna jacobea.

Hermann Künig, en su guía, publicada en 1495 en Estrasburgo, describe dos trayectos que vienen a sintetizar el flujo viajero a Compostela desde la Edad Media. El viaje de ida, Oberstrasse, en el que arranca desde Einsiedeln, y el de vuelta, Niedestrasse, en el que narra el trayecto entre Compostela y el núcleo de Aquisgrán/Colonia.

El túnel de San Adrián, entre Burgos y Bayona

En el primero, toma como punto de arranque el principal centro devocional de Suiza; avanza hacia el Ródano por Ginebra; entra a España por Roncesvalles, y sigue el Camino Francés, con dos variantes respecto al trayecto Calixtino. A la salida de León toma el camino de Santa Marina del Rey, y cruza los Montes de León por su paso más bajo (Brañuelas/Cerezal de Tremor) para llegar a Ponferrada. La otra variante se inicia a la salida del Bierzo, donde avanza por Piedrafita del Cebrero para alcanzar Becerrea, Lugo y Melide.

Es en el trayecto de vuelta donde Künig recomienda el paso por Bayona para llegar a Aquisgrán. En el relato indica que para seguir hacia Bayona y Burdeos desde el Camino Francés se puede tomar un camino en Navarra,por el puerto de Belate o bien otro que va desde Burgos por San Adrián. Escribe el monje:

Allí (en Burgos) tendrás que ir a la izquierda/ podrás preguntar cómo ir a Porten Berge (Puerto de San Adrián).

Explica Künig que no es esta una zona muy poblada. En efecto, el túnel, conocido también como paso de Lizarrate se encuentra en un espacio agreste de montaña; en la confluencia de las provincias de Guipúzcoa y Álava, en el entorno del parque natural de Aizkorri – Aratz. Allí está la cadena montañosa más elevada del País Vasco, por donde pasaba desde tiempos romanos una calzada que cruzaba este túnel natural, ubicado a unos 1000 metros de altitud.

El paso, en las canciones del peregrinaje

Aún antes de que Künig escribiera su guía, el paso de San Adrián era ya famoso. Una de las canciones medievales germánicas más interesantes es la de Von sant Jacob. Jaime Ferreiro publicó, con motivo del Xacobeo 1999 un texto con su traducción al español. En ella se dice:

….
En tierra latina hay cinco montañas,
de los peregrinos bien conocidas,
la primera se llama Ruzenhalle (Roncesvalles)
y los hermanos que por ellas pasan
se le sumen las mejillas.
La otra de Monte Cristeins (Somport) es llamada;
de Pfortenbergk (San Adrián) pudiera ser gemela,
pues entre sí parecen casi iguales.
El hermano que las salva
merecido tiene el cielo…

En Civitates orbis terrarum

Ferreiro, en sus notas, se refiere también al dibujo que publicamos con este artículo:

“Un espléndido dibujo del paso natural de San Adrián se puede ver en la obra de G. Braun-F. Hogeberg, Civitates orbis terrarum (1593). Al final del túnel por la parte Norte se ve un muro de cierre con una puerta. El cuadro lleva el siguiente título: La Sierra de Sant Adrian en Biscaia de Georgia Houfnaglio depinta. Anno Domino M.D.LXVII. A ambos lados aparecen dibujadas una Nobilis Matrona Biscaina y una Nobilis Virgo Viscaina. Y al pie del cuadro, escenas de la vida rural vasca por este orden. Villano y villanas Biscainas yendo al mercado en Victoria – Doncellas Biscainas y Gasconas – Femme de Sant Jean de Lous – Femmes mariees en Bayona – Allantes a l’eglise.

En la descripción se dice, entre otras cosas, que las mujeres no casadas van con la cabeza descubierta y el pelo rapado, y llevan a la cabeza sin tocar los cántaros y otros pesos; mientras, las casadas muestran la cabeza cubierta con una toca parecida a un yelmo… Es un pueblo afable, bello y alegre. Los hombres no van nunca, incluso cuando van a la iglesia, sin carabina (Gewehr), y especialmente sin ballesta y flecha”.

Lamina túnel de San Adrian

Lámina completa del túnel de San Adrián. Braun, Georg (1541-1622). [Civitates orbis terrarum)

La Grande Chanson

Otra canción de los peregrinos muy divulgada en la antigüedad, la Grande Chanson, también se refiere al paso por este lugar: en ella se recuerda que hay un grato hospital que atiende a los peregrinos:

Quand nous fûmes à la montée
Saint-Adrien est appelée,
Il y a un hôpital fort plaisant,
Où les pèlerins qui y passent
Ont pain et vin pour leur argent.

El trayecto habitual de los viajeros que utilizan esta vía quedó definido por el peregrino Arnold von Harff. Este, después de haber llegado a Santiago y Finisterre, regresó por el Camino Bajo, Vía Baja o Niederstrasse de Künig. En Burgos tomó la vía de Briviesca y Pancorbo para alcanzar Vitoria, Galarreta, Puerto de San Adrian, Villafranca de Ordizia, Tolosa e Irún. Después, seguirá hasta Bayona, para continuar de retorno a Colonia, por París y Aquisgrán.

Relatos de viajeros impresionados

Son numerosísimos los testimonios de la utilización de este trayecto, tanto peregrinos como viajeros curiosos. Los relatos de algunos denotan que quedaron muy impresionados por el paisaje.

En los días del Renacimiento, el escritor Juan de Padilla, el Cartujano (1468-1550) nos habla del túnel en su obra poética, comparando su entrada con la boca del infierno.

Una aristócrata, Marie Catherine le Jumel de Barneville, condesa d’Aulnoy, que cruzó por allí en 1679, también quedó impresionada por la fragosidad del paso. Escribe así:

Saliendo de San Sebastián, entramos en un camino muy escabroso que conduce á unas montañas altas y escarpadas, imposibles de ganar si no es trepando; llámanse la sierra de San Adrián; ofrecen sólo rocas y despeñaderos, entre los cuales un amante desesperado podría matarse aunque poco resuelto á morir estuviera. Pinos de altura extraordinaria coronan la cima; en todo el espacio que abarca la vista sólo se ven desiertos cruzados por arroyos, más claros que si fuesen de cristal. En lo alto del monte se tropieza con un peñasco muy grande, que parece haber sido puesto en medio del camino para cerrar el paso separando á Vizcaya de Castilla.

Largo y penoso trabajo habrá sido necesario para horadar en forma de bóveda la inmensa mole de piedra; ándanse, atravesándola, cuarenta ó cincuenta pasos, sin recibir claridad más que por las aberturas de salida, que se cierran con dos grandes puertas. A lo largo de esta mina encuéntranse un mesón, que las nieves y los fríos obligan, en invierno, á dejar abandonado; una capilla donde se venera á San Adrián, y muchas cuevas, ordinario albergue de forajidos, que hacen peligroso el tránsito á quien no viaja con medios bastantes para defenderse. Cuando hubimos atravesado la roca, todavía se nos ofreció una empinada cresta que conduce a la cumbre del monte, cubierto de grandes hayas.

Nunca he gozado de tan hermoso retiro; los arroyos corren como en las cañadas; la vista, sin vallas que se le opongan, sólo es limitadapor la debilidad de los ojos; la sombra y el silencio reinan, y los ecos resuenan en todas partes.

Túnel de San Adrián hacia 1900

Imagen del túnel de San Adrián, hacia 1900. Imagen Alday – https://www.kutxateka.eus/commons.wikimedia.org/

El carro chillón por las tierras vascas

Por esta zona de puerto transitó años más tarde, en 1726, el peregrino de picardía Guillaume Manier. En estos espacios aún pudo ver el carro chillón, de pequeñas ruedas de madera, utilizado aún hasta décadas recientes en los montes de León y Galicia, carro que se distinguía por su sonoro chirriar. Dice el viajero:

Las ruedas, mientras caminas, te entretienen por la armonía que hacen (…) Estábamos al pie de la montaña de Saint-Adrien.

Manier llegó a estas tierras por la vía Turonense y Bayona. Acostumbrado a espacios menos agrestes, la descripción del paisaje es la de un viajero realmente asombrado:

 Esta montaña es una de las más altas del mundo, se necesitan dos horas para llegar. Y al llegar allí, ves una piedra tan grande, toda de una sola pieza, como el castillo más grande que uno pueda imaginar. En el medio hay un agujero que se llama Saint-Adrien; adentro hay una capilla y una taberna. Y desde allí hacia abajo aparecen precipicios por todos lados. Después  subes un poco más y te adentras en un bosque. Saliendo, a la derecha, se ven montañas rojas, de distintos rojos, muy curioso, que parecen los tapices más bonitos.

De la soledad a patrimonio Mundial de la UNESCO

El paso facilitó desde la antigüedad el tránsito desde el interior de la Península Ibérica al resto de Europa; por ello resultó sumamente popular para el peregrinaje, aunque el flujo viajero prácticamente desapareció en el siglo XVIII. En nuestros días, el itinerario ha recobrado un atractivo creciente.

Toda esta trayectoria histórica ha permitido que se incluya, en el 2015, en el listado del patrimonio Mundial de la UNESCO, en una ampliación del listado de los Caminos de Santiago de Compostela. Recibe el nombre de Camino del Interior, y se inicia formalmente  en el Puente de Santiago sobre el Bidasoa.

La ruta avanza hacia el sur por el interior del País Vasco hasta Segura y Cegama; un poco más adelante, antes de llegar al paso está la zona de Sancti Spiritus, donde había un antiguo hospital de peregrinos. Poco después se llega al túnel.

La ruta oficializada por la UNESCO, continúa a Salvatierra y Vitoria. Desde esta ciudad avanza hacia la Rioja, para entroncar con el Camino Francés en Santo Domingo de la Calzada.

Queda aún por dar ese tratamiento de Patrimonio Mundial al trayecto de Vitoria a Burgos, lleno de resonancias históricas y testimonios de peregrinación.