Abadía de Mittelzell, en la Isla de Reichenau

Abadía de Mittelzell, en la isla de Reichenau, en las cercanías de la ciudad de Constanza. Es uno de los centros de esta isla considerado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Imagen de Tomás Alvarez

Por Tomas Alvarez

Constanza, en el sur de Alemania, siempre fue un lugar clave por el que pasaron los peregrinos de gran parte de Alemania para dirigirse a los grandes centros de peregrinación: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela.

Hermann Künig, en su viaje a la ciudad del Apóstol, también pasaría por allí, utilizando el Camino Suabo para llegar a Einsiedeln, el gran centro mariano de Suiza, desde la Edad Media.

La descripción de Künig no deja dudas de que bajó desde Constanza y cruzó el lago de Zúrich a la altura de Rapperswil. En la breve referencia del monje sobre el entorno de Einsiedeln cita su paso por el Etzelpass, cercano al Puente del Diablo (Tüfelsbrugg o Teufelsbrücke), en la ruta por esta zona prealpina por la que siguen avanzando en la actualidad los peregrinos.

A la vera del Rin y del Bodensee

Constanza está en un lugar estratégico, a la orilla del Rin, en el Bodensee o lago de Constanza. Esta ubicación favorece el tránsito de viajeros entre Italia y Suiza y el centro y norte de Alemania, o el avance por el valle del Rin hacia Basilea.

En la antigüedad, la zona, en el marco del Sacro Imperio, pertenecía al inmenso ducado de Suabia, englobando territorios de Alemania, Suiza, Austria e incluso partes de Italia.

Se trata de un territorio de gran vigor religioso y jacobeo. Muy cerca de la ciudad está la famosa isla de Reichenau (a poco más de cinco kilómetros). Es Patrimonio Mundial de la UNESCO, de gran interés por su historia monacal y sus testimonios artísticos. Los monjes de Reichenau mantuvieron contactos con Santiago de Compostela, especialmente en la Edad Media.

Edificio medieval de Konzil, en Constanza

El Konzil, edificio hecho en 1388 como almacén comercial, reutilizado como gran sala de reuniones durante el Concilio de Constanza. Imagen de Tomás Alvarez

Tierra de monasterios medievales

En la isla se instalaron los benedictinos en el siglo VIII, y prueba de su  estancia e influencia es la pervivencia de numerosas iglesias, como la abacial de Mittelzell, originaria del siglo IX. Otras son las de San Jorge de Oberzell y la de San Pedro y San Pablo, en Niederzell.

Algo más al oeste, también a la orilla del Rin, esta la ciudad de Schafhausen, Escafusa, en español, con el antiguo monasterio de Allerheiligen, monasterio de Todos los Santos, originario de 1064; muy vinculado también a las primeras peregrinaciones jacobeas.

Pero Constanza es especialmente famosa por el Concilio que lleva el nombre de la ciudad; en él se puso fin al Cisma de Occidente. La reunión –desarrollada entre 1414 y 1418- finalizó con la elección del papa Martín V.

Aquel evento tuvo también un componente trágico. La quema en la hoguera del reformador Jan Hus, en 1415.

Los recuerdos de un concilio

A la orilla del lago pervive el Konzil, edificación hecha en 1388 para su uso como almacén comercial. Durante el Concilio se transformó en la gran sala de reuniones de los dignatarios de la iglesia medieval.

Muy cerca del Konzil está la estatua giratoria de Imperia, cuya figura se recorta ante el lago. Es una obra de Peter Lenk, artista amante de lo irónico y provocador.

Imperia es una cortesana, de provocadora indumentaria, que sostiene en sus brazos a dos personajes desnudos: el papa Martin V y el emperador Segismundo;  la obra es una poderosa crítica, a las costumbres de los dignatarios civiles y religiosos que pasaron por Constanza en la lejana época conciliar, y dieron vida a sus tabernas y prostíbulos.

Imperia, la cortesana provocadora de Constanza

La estatua de la cortesana Imperia se recorta ante el lago de Constanza. Es una provocadora figura, obra de Peter Lenk, que recuerda el lado menos espiritual del Concilio. Imagen de Tomás Alvarez

Viajeros famosos en Constanza

El paso de los peregrinos por Constanza está registrado desde la antigüedad. Alguno es especialmente curioso como el obispo Martiros de Arzendjan, Armenia, que viajó a Roma y Santiago, en este caso por el Camino del Norte, entre 1489 y 1491. Desde Constanza marchó por el valle del Rin hacia Basilea y Colonia, donde también visitó la tumba de los Reyes Magos.

Pocos años más tarde, en 1494, pasaría por Constanza Jerónimo Münzer, quien descendió por el Camino Suabo hacia Einsiedeln, Berna, Friburgo y Lausana para dirigirse a la Península Ibérica, en un itinerario en el que llegó a Compostela.

En la ciudad hay diversos elementos jacobeos. Hubo con un monasterio medieval dedicado al apóstol y hospital de peregrinos.

 La Mauritiusrotunde

El monumento más importante dedicado a la peregrinación es la Rotonda de Mauricio, Mauritiusrotunde, originaria del siglo X. Allí se sitúa una réplica del Santo Sepulcro, que desde el Medioevo fue punto de visita para los peregrinos que se dirigían a otros lugares sagrados, entre ellos Santiago de Compostela.

Rotonda de Mauricio, en Constanza

La Rotonda de Mauricio, Mauritiusrotunde, con el “Santo Sepulcro”, un ámbito devocional y peregrino en el corazón de la ciudad de Constanza. Imagen de https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=558646

Una estatua del propio apóstol Santiago se halla en la Rotonda. Con su mano derecha sujeta numerosos bordones, y porta en la izquierda varias bolsas con el distintivo de la vieira o concha del peregrino.

La Rotonda está al lado de la catedral, y lleva el nombre de Mauricio porque fue consagrada en honor de san Mauricio, santo muy estimado por los gobernantes imperiales otonianos.

Un territorio de grandes atractivos

Lo más antiguo de la catedral es su cripta, prerrománica, donde reposan los restos de San Pelagius. Este templo fue otro punto en el que se celebraron reuniones durante el Concilio.

Parte de la catedral es gótica y también hay obra posterior. La fachada fue terminada en el XIX, en un estilo neogoticista.

Con cerca de 100.000 habitantes, la urbe es tranquila y agradable, con espacios animados a la orilla del Bodensee. Desde allí se pueden tomar embarcaciones para conocer el lago, en cuyas riberas hay multitud de enclaves llenos de belleza e historia.

Si el visitante toma un barco en direcció a Schaffhausen (a unos 45 km al oeste) descubrirá uno de los grandes espectáculos de la naturaleza: las cataratas del Rin, que Goethe identificó como las fuentes del Océano.