Por Tomás Alvarez
Música y poesía se entrelazaron en la devoción al Apóstol Santiago, fervientemente sentida en todos los rincones de la Europa medieval. El Von sant Jacob es una muestra.
Los viajeros centroeuropeos tenían un largo trayecto hacia Compostela. En el curso del mismo contaban con tiempo para el relato, la música y la poesía. Todo esto era elemento de gozo, de refuerzo de la camaradería; estímulo de la capacidad de sacrificio e y de la identidad de grupo.
La música era un nexo de unión continuo entre gentes de todo origen geográfico que entonaban sus cantos en su lengua vernácula; escribió Alberto Solana, conocido experto y entusiasta de la peregrinación jacobea.
La peregrinación germánica fue de las más nutridas, desde la antigüedad, aunque la Reforma protestante cortó el flujo peregrino. Los viajeros a Santiago entonaban cánticos que hablaban del Camino, de los hechos maravillosos que nutrían el mito santiagueño, e incitaban con ellos la caridad de los habitantes de las regiones por donde cruzaban.
Música y poesía para ir a Compostela
En sus cánticos hallaremos menciones a los itinerarios y a las leyendas; desde la del joven ahorcado en Santo Domingo por la perfidia de la hija de un posadero, a los envenenamientos del maestro del Hospital del Rey en Burgos.
No sólo han quedado ejemplos de aquellos cánticos, sino que ha pasado a la literatura su referencia. El propio Códice Calixtino, en uno de los sermones del papa Calixto (Libro Primero – Capítulo XVII), señala:
Causa alegría y admiración contemplar los coros de peregrinos al pie del altar venerable de Santiago en perpetua vigilancia; los teutones a un lado, los francos a otro, los italianos a otro…
En la novela del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha también hay una cita inmortal sobre las canciones jacobeas de los viajeros germánicos. Es en el momento en el que en genial escudero se encuentra con los “extranjeros que piden la limosna cantando”; estos proceden de las tierras de Augsburgo, y entre ellos se hallaba el morisco Ricote, paisano y amigo del propio Sancho.
El Von sant Jacob
Dentro del grupo de lieders (canciones) jacobeas alemanas, una muy destacada es la de Von Sant Jacob; corresponde al entorno del XIV–XV. En ella figura una brevísima descripción de la ruta Santiagueña desde el sur del Sacro Imperio, por Suiza, Saboya, valle del Ródano, hacia Santiago. Este itinerario que nos hace recordar la ruta Oberstrasse o Camino Alto de Hermann Künig.
Luego de alcanzar Santiago, el Von sant Jacob menciona el paso por la Estrella Oscura (Finisterre), desde donde se plantea el retorno a Centroeuropa pasando por El Salvador (Oviedo).
La Estrella Oscura es una denominación que diversos viajeros centroeuropeos utilizaron en la Edad Media. Así lo hace el Barón Leo von Romizthal, quien efectuó un viaje por el Occidente europeeo entre 1465 y 1467.
La Estrella Oscura
El historiador Antonio María Fabié en el siglo XIX señaló que el origen de esa denominación se debe a una confusión por la analogía de sonidos de la palabra Finisterre. Finster stern significa estrella oscura en alemán.
Ese itinerario del Von Sant Jacob -por Finisterre y Oviedo- lo describiría también Arnold von Harff, unos veinte años más tarde que lo hiciera el Barón Leo de Romizthal y de Blatna.
Se ha dicho que en alguna medida, que el Von sant Jacob aporta un anticipo de la Guía de Künig. En mi opinión, esto es una exageración. Es más, en este lied lo que predomina es uno de esos relatos de gran atractivo para los viajeros del pasado por su carga emocional: el de los envenenados del hospital de Burgos. Este asunto ocupa casi la mitad de la obra: once de las ventiseis estrofas.
Por su construcción, el Von sant Jacob más bien parece un ensamblaje de dos canciones jacobeas, la primera referida al Camino desde Centroeuropa a Compostela; la segunda a la historia de un taimado maestro de hospital, enemigo de los viajeros alemanes, a quienes maltrata, y que es castigado por ello.
Las montañas del Camino
Respecto a la primera parte, la del Camino, cabe destacar el elogio hacia la caridad de las gentes, especialmente las del Languedoc y España. También destaca la referencia a los cinco grandes puertos: Roncesvalles, Monte Cristeins (Somport), San Adrián, Rabanal y la Faba; donde mueren “muchos hijos de Alemania”.
Tal vez esta precaución ante las montañas, hizo que Künig en su guía de peregrinos optase por evitar las dos últimas. En efecto: Hermann Künig desaconseja ir por Rabanal, enviando los viajeros por el Camino de Santa Marina y Brañuelas/Cerezal de Tremor, el paso más fácil de los Montes de León. La guía de Künig desaconseja asimismo el paso por La Faba, y propone entrar en Galicia por Piedrafita y Lugo, también por una cota más baja que la que exige la via del Cebreiro.
Sobre los temas jacobeos germánicos, Jaime Ferreiro Alemparte publicó, en 1999, un interesante trabajo titulado: Estudios histórico-legendarios de tema jacobeo en su vinculación con Alemania. En este trabajo, editado por la Xunta de Galicia, figura la siguiente traducción al español del Von sant Jacob.
Traducción:
1
Quien quiera edificarse en tierra extraña ,
levántese y sea mi compañero
de viaje al Apóstol Santiago.
Procúrese dos pares de zapatos,
escudilla y cantimplora.
2
Proveerse ha de sombrero de ala ancha,
y una capa bien forrada de piel,
para que cuando esté en descampado
no le pase la humedad,
igual si llueve, nieva o sople el viento.
3
Añada la esportilla y el bordón,
no olvide la confesión,
confesión y contrición .
Pues al penetrar en tierra latina
ya no se encuentran curas alemanes.
4
Tal vez se halle alguno, pero el hermano
nunca sabe dónde puede morir
o dónde la vida puede perder,
y si se muere en un país latino
le enterrarán al borde del camino.
5
Vamos por la tierra de los suizos,
en nombre de Dios somos bienvenidos,
y con nosotros comparten su mesa,
nos ofrecen techo y lecho caliente,
y nos guían y muestran los caminos.
6
Marchamos luego por tierra latina,
de nuestros hermanos no conocida,
y en la que ahora es preciso vivir;
a Dios y al Señor Santiago invocamos,
y a Nuestra Señora Santa María.
7
Cruzamos la pobre tierra de Jecken,
para beber no nos dan más que sidra,
y tenemos que subir las montañas;
diéranos bastantes peras y pomas,
nos las comiéramos mejor que higos.
8
Seguimos por la tierra de Saboya,
no nos ofrecen ni vino ni pan,
nuestras esportillas están vacías,
y si un hermano a otro se dirige,
le despiden con una mala historia.
9
Mas cuando llegamos a Santo Espíritu
nos regalan con pan y vino bueno
y vivimos en puro regocijo;
el Languedoc y la tierra de España
todos los hermanos encarecemos.
10
En tierra latina hay cinco montañas,
de los peregrinos bien conocidas,
la primera se llama Roncesvalles,
y los hermanos que por ellas pasan
se le sumen las mejillas.
11
La otra de Monte Cristeins es llamada,
de San Adrián pudiera ser gemela,
pues entre sí parecen casi iguales,
el hermano que las salva
merecido tiene el cielo.
12
Rabanal es el nombre de la cuarta,
hermanos y hermanas presto la pasan.
Dicen La Faba a la quinta,
en ella gozan de eterno descanso
muchos hijos de Alemania.
13
El rey que de España corona lleva
erigió tres soberbios hospitales
en honor del Apóstol Santiago,
y a los hermanos que en ellos se acogen
con educación y honra se les trata.
14
Pero hubo una vez un hospitalero
que envenenó a trescientos cincuenta hermanos.
¡Quiera Dios que no quede sin castigo!
En Burgos lo amarraron a una cruz,
con punzantes dardos lo asaetaron.
15
El rey, hombre de probidad probada,
se vistió con manto de peregrino:
su hospital quiso inspeccionar de cerca,
y lo que los hermanos alemanes
decían por sí mismo comprobarlo.
16
Entró, pues, en su hospital
y pidió le sirvieran vino y pan:
sucia sopa le sirvieron:
«Hospitalero, hospitalero mío,
muy pequeño es el pan que me has servido».
17
Hombre iracundo era el hospitalero:
«Fue el mismo diablo quien aquí te trajo,
me sorprende tu osadía,
si no fueras un latino sabrías
cómo trato a los perros alemanes».
18
Cuando llegó la noche y los hermanos
quisieron acostarse , el peregrino
quería dormir solo en una cama:
«Hospitalero, hospitalero mío,
la ropa de la cama no está limpia».
19
Una puñada dio al peregrino.
de espanto se quedó paralizado,
y corriendo salió del hospital.
Los demás hermanos fuerte disputa
sostuvieron con el hospitalero.
20
Al siguiente día muy de mañana
multitud de hombres armados se vieron
entrar en el hospital.
Al hospitalero llevaron preso
y a toda la servidumbre.
21
Atado sobre un apuesto corcel
al castillo de Burgos fue llevado,
fuertes hierros le pusieron,
muchos y crueles tormentos
sufrió el hospitalero.
22
Este una hija tenía,
bribona como su padre:
«No salgo yo de mi asombro,
no sé por qué mi padre tan querido
morir ha por los perros alemanes».
23
La oyó un hermano que allí estaba cerca:
«Lo que acabo de oír no me lo callo,
y la voy a denunciar».
Y al pie de la misma horca
enterraron a la hija.
24
Mira hermano, no te pares ahí,
cuarenta millas tienes por delante
hasta la catedral de Santiago,
y desde allí unas catorce millas
hasta la Estrella que llaman Oscura
25
Dejemos la Estrella Oscura
para ir al Salvador
y admirar grandes milagros.
A Dios y al Señor Santiago invoquemos
y a Nuestra Señora Santa María.
26
Santiago perdona pena y culpa,
que Dios nos sea propicio
desde su más alto trono,
los que a Santiago sirven
que Dios se lo recompense.
[…] especial –y temor– hacia esas montañas, y así se detecta en los cánticos medievales. En el Von sant Jacob germánico se […]